martes, 7 de octubre de 2008

Las vacas flacas


Por José Antonio Díaz García*
¿Cómo nos afectará a los mexicanos la crítica situación económica por la que atraviesa Estados Unidos de América?
En los últimos días hemos escuchado declaraciones por parte del gobierno federal en las que ha buscado transmitir confianza a los mercados; aclaran que no habrá efectos dramáticos para las finanzas y la economía del país ya que México cuenta con varios elementos que le permitirán afrontar los efectos que inevitablemente cause la crisis de nuestro vecino país. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha destacado que contamos con un déficit de cuenta corriente bajo, reservas internacionales sobradas, deuda pública manejable, un sistema financiero sólido y amortizaciones que ya cuentan con recursos para ser solventadas.

Sin embargo, los efectos de esta crisis han generado incertidumbre en todas las bolsas de valores del mundo. Ayer lunes la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) cerró a la baja un 5.99 por ciento, siguiendo la tendencia de las bolsas europeas y asiáticas que este día cerraron con pérdidas. El dólar se cotizó a la venta en 11.91 pesos cuando hace unos días apenas rebasaba los 10 pesos por dólar.

La mezcla mexicana de petróleo alcanzó en junio de este año la cifra record de 140 dólares por barril, y ayer se cotizaba a sólo 83 dólares. Si bien el presupuesto federal de 2009 -que depende esencialmente de la exportación de petróleo- toma como precio base un precio de 80.3 dólares por barril, la SHCP y los legisladores estamos reconsiderándolo ante la baja de casi 40 dólares en el precio de referencia internacional, ocurrida en los últimos tres meses.

En el sector industrial, empresas mexicanas como Cemex han visto presionados sus resultados desde el año pasado por la crisis hipotecaria en Estados Unidos, su mayor mercado, y ya plantean el cierre temporal de 30 por ciento de plantas concreteras en Norteamérica, así como un horno de cemento en Florida.

Habrá que observar cómo reaccionan empresas globalizadas dedicadas a obras de infraestructura en todo el mundo respecto a su participación en concursos de obra pública, ante el riesgo financiero que enfrentan.

Pero más allá del impacto financiero y macroeconómico, esta crítica situación económica de nuestro vecino país del norte, ya afecta los bolsillos de muchas familias mexicanas cuya fuente principal de ingreso son las remesas, las exportaciones y el turismo.

En días recientes, el Secretario de Hacienda Agustín Carstens estimó una disminución de remesas de 2 mil 500 millones de dólares, equivalente al 10 por ciento de los 25 millones de dólares que anualmente envían a sus familias los cerca de 10 millones de mexicanos que trabajan en Estados Unidos.

La caída de remesas se debe a que muchos compatriotas, por cierto muchos poblanos, participan en la industria de la construcción y la manufactura en Estados Unidos, la cual es una de las más afectadas por la crisis.

Lo preocupante no es sólo la disminución de esos 150 o 300 dólares mensuales que una de cada cuatro familias mexicanas recibe de sus parientes en Norteamérica, según estimaciones de la doctora Alicia Girón, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, sino el éxodo de muchos paisanos que ya no tendrán un empleo ni una fuente de ingreso allá y que tendrán que volver a México donde la insuficiencia de opciones laborales -principal causa de la migración- aumentará el índice de desempleo afectando a miles de hogares.

Según el Banco de México (Banxico), agosto de este año presentó una caída de 12.2 por ciento en las remesas, tasa más baja desde 1996, primer año que presenta registro de este indicador.

De enero a agosto de 2008, el monto de las remesas sumó 15 mil 553 millones de dólares, lo cual representa 44.9% de las exportaciones de petróleo crudo (34 mil 585 millones de dólares); 41% de las exportaciones automotrices (37 mil 925 millones de dólares); equivalen casi al superávit comercial del sector petrolero (14 mil 865 millones de dólares) y son superiores a los 10 mil 537 millones de dólares de la inversión extranjera directa.

México también se verá afectado por la crisis americana debido a que casi un 80 por ciento de sus exportaciones totales se envían a Estados Unidos, lugar donde el consumo se verá disminuido así como el gasto en rubros no relacionados con los básicos, tales como el turismo.

Por primera vez desde el 2003, agosto registró una caída en el valor de las exportaciones manufactureras de 3.7 por ciento anual.

En una economía globalizada como en la que hoy en días estamos inmersos, el crecimiento económico en las naciones genera una sinergia favorable de intercambio, comercio y servicios, pero la recesión en cualquiera de ellas, no deja prácticamente a ningún país ajeno a las consecuencias, más aún ante una crisis de estas dimensiones en una de las principales economías del mundo.

México tiene acuerdos comerciales con Latinoamérica, Europa y Asia que tendrá que potenciar a favor de los exportadores nacionales que verán mermados sus ingresos provenientes del comercio con Estados Unidos; tendrán que impulsar el mercado interno y medidas que mitiguen el impacto de la reducción de remesas que sin duda han contribuido a la disminución de la pobreza en las regiones con mayor marginación en el país. Es tiempo de convertirnos en más previsores, los gobiernos federales del PAN han sido muy disciplinados en el gasto y la deuda, por eso la crisis no ha pegado tanto como hubiera sido con un gobierno irresponsable y populista como los que padecimos por más de 70 años; la economía exige disciplina, no solo como país, sino en nuestra economía doméstica tenemos que ser más ahorradores, para poder enfrentar a las vacas flacas.



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