martes, 28 de julio de 2009

No fumar: avance cultural


El 1 de julio de este año terminó el periodo de transición y ya se aplica completamente la Ley General para el Control del Tabaco la cual fue aprobada por la Cámara de Diputados Federal en diciembre de 2007.

Esta legislación tuvo dos propósitos: proteger la salud de los no fumadores a partir de la creación de espacios públicos libres de humo y disminuir el consumo del tabaco ante las 165 muertes diarias de mexicanos por causas atribuibles al cigarro donde el 30.2% de los adultos son fumadores y el 36.1% de la población es fumador pasivo.

En la motivación de esta ley se planteó la evidencia científica sobre cómo la exposición al humo de tabaco de segunda mano (HTSM) entraña un riesgo para la salud, sin existir un nivel mínimo de exposición en el que este riesgo desaparezca. El HTSM causa enfermedades serias a niños y adultos, del mismo modo, existe evidencia irrefutable sobre el benéfico efecto protector de crear ambientes libres de humo de tabaco; estos espacios ya existen en la legislación de muchos países y son una realidad palpable con beneficios tangibles donde se han implementado.

De acuerdo con un documento del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) que evalúa 21 ciudades de la República, Puebla capital ocupa el segundo lugar en prevalencia de fumadores; 7.5 por ciento de sus adolescentes empezó a consumir tabaco diariamente antes de los 10 años, mientras que en Tapachula y Tijuana, tan sólo el 4.1 por ciento; además el 25.4 por ciento de los hombres fuma y de las mujeres el 25.2 por ciento.

Para implementar la nueva ley, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) de la Secretaría de Salud estableció como una primera regla la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados: edificios públicos (federales, estatales y municipales), restaurantes, bares y discotecas.

Los opositores a esta medida alegaron una baja en el ingreso de muchos restaurantes, cafeterías y lugares de recreación a los cuales la gente dejaría de asistir ante el impedimento de acompañar su taza de café, una buena charla o un buen baile, con un cigarro. Un grupo de fumadores con micrófono y reflector mediático, levantaron la voz al argumentar que esta ley atentaba contra su derecho a fumar y hubo todo un debate público.

¿Qué ha pasado a 15 meses de la aplicación de esta ley?

Consulta Mitofsky llevó a cabo una encuesta donde se observa una baja disminución en el número de personas que dejaron de fumar; el perfil del fumador según sus estudios es que cuatro de cada cinco fumadores en el país residen en zonas urbanas, 63 por ciento tiene estudios de secundaria o preparatoria y en general son hombres, jóvenes de nivel socioeconómico medio.

A mayor escolaridad mayor el hábito y entre mayor nivel económico aumenta la propensión al cigarrillo: 34 por ciento de los mexicanos de nivel socioeconómico alto son fumadores consumiendo en promedio 8 cigarrillos diarios.

La medición mensual de mayo de 2008 al mismo mes de 2009 arroja que la proporción de fumadores entre los mayores de 18 años no se ha reducido; el porcentaje de quienes se declaran fumadores varía entre 22 y 25 por ciento, sin tendencia a la baja, dato que coincide con las cifras del INEGI respecto al consumo de cigarro en Puebla mencionadas párrafos arriba.

Incluso las cigarreras han informado que las ventas del tabaco sólo han disminuido alrededor de un 10 por ciento, lo cual compensan con el aumento de un 10 o un 13 por ciento en el precio de las cajetillas de cigarro.

Aunque el propósito legislativo de bajar el nivel de consumo no ha sido contundente, el beneficio ha sido para los no fumadores quienes ahora pueden estar en espacios públicos sin respirar el humo de cigarro. De hecho comienza a ser costumbre ver a los consumidores sentarse en áreas asignadas o a la intemperie para satisfacer su deseo de fumar.

Esto es resultado de las transformaciones que una legislación promueve las cuales no siempre se perciben de inmediato pero al paso del tiempo generan un cambio en la convivencia a partir del respeto a los derechos de todos. Como mencioné, esta ley no pretendió coartar el derecho de los fumadores sino establecer en lugares públicos donde por ejemplo hay niños, áreas para unos y otros. Empieza a significar un cambio cultural el respeto al no fumador.

En Puebla no sólo los prestadores de servicios deberán acatar la nueva ley federal, sino también los industriales, empresas, gobiernos, tiendas de autorservicio, oficinas, bancos, hospitales y el transporte público.

La Asociación Poblana de Restaurantes y Prestadores de Servicios Asociación Civil logró una prórroga de seis meses para cumplir con las adecuaciones indicadas en la Ley General para el Control del Tabaco, y advierten que sólo 30 por ciento de los establecimientos podrán hacer las adecuaciones debido a la falta de recursos y a la crisis económica mundial. Esta es una medida que ya se había anunciado desde hace más de un año y es una inversión a futuro en la salud de la población.

Es claro que toda transformación tiene costos, no sólo económicos sino de cambio de actitud, quizá de comodidad para algunos, pero si es en pro de la salud, del respeto y de una sana convivencia, vale la pena pagarlo. Sigamos impulsando políticas públicas en beneficio de la salud de toda la población, y fortalezcamos esta nueva cultura del respeto a los que no quieren respirar humo de tabaco.

martes, 21 de julio de 2009

¿Elecciones sin candidato?


Se adelantaron las elecciones para elegir al próximo gobernador de Puebla, para renovar las 217 alcaldías y los 41 legisladores del Congreso Local; esta modificación de fecha (de noviembre a julio de 2010) surgió de la reforma federal a la Constitución la cual obedeció a la necesidad de hacer coincidir el calendario electoral de los estados en un solo día: el primer domingo de julio del próximo año.
En su momento el Congreso de Puebla aprobó esta modificación, pero a la hora de acoplar la ley estatal, los priístas -que son mayoría- introdujeron un artículo transitorio que desacataba la Constitución Federal.
Hace unos días, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aprobó el recurso de inconstitucionalidad promovido por los partidos Acción Nacional del Trabajo y Convergencia y declaró inválido el artículo tercero transitorio de la reforma a la Constitución Política estatal en su apartado en materia electoral, que preveía realizar por única vez la elección para gobernador del estado en noviembre de 2010 y no en julio como lo marca la Carta Magna.
Empatar la fecha de las elecciones responde a la exigencia de la ciudadanía de tener menos campañas, que duren y cuesten menos. El domingo 4 de julio se renovarán 10 gubernaturas: Puebla, Veracruz, Aguascalientes, Chihuahua, Zacatecas, Coahuila, Tlaxcala, Oaxaca, Sinaloa, y Durango. La entidad poblana tendrá un gobernador saliente y otro electo por un periodo de siete meses.
La decisión de la SCJN es un revés para los legisladores priístas locales y para el gobernador Marín quien acudió personalmente ante el máximo tribunal de justicia para que la homologación de fechas en las elecciones en el caso poblano, entrara en vigor hasta el 2013.
Y precisamente en torno al siguiente proceso electoral en el estado hay que advertir los riesgos de inequidad y ausencia de condiciones para llevar al cabo una contienda con reglas claras, porque el gobierno estatal querrá meter las manos como lo hizo en julio pasado. Dan cuenta de ello las denuncias por delitos electorales que el PAN ha promovido debido a la participación de servidores y funcionarios públicos en actos que violan la ley electoral, la repartición de despensas y el uso de la estructura de gobierno para apoyar a los candidatos del PRI.
Es urgente una reforma electoral en Puebla que garantice a los ciudadanos y a los partidos condiciones de igualdad. Ya mencioné anteriormente cómo los priístas del Congreso local introdujeron un transitorio para no acatar la Constitución Federal. ¿Qué más pueden hacer? Lo que sea aunque se violente la ley.
En 1976 Acción Nacional acordó por mayoría no registrar candidato a la Presidencia de la República como un mecanismo de presión para impulsar las transformaciones que urgían al país. José López Portillo fue el único candidato a la Presidencia lo cual provocó un problema de legitimidad y representatividad que, sin embargo, detonó la reforma política de 1977 encabezada por el entonces secretario de gobernación Jesús Reyes Heroles, la cual contemplaba transitar de un partido hegemónico a un modelo pluripartidista.
Vinieron otras modificaciones electorales que redituaron en una mayor equidad para los partidos y en una democratización de las instituciones electorales. Fue el caso de la ciudadanización de los consejeros en 1994; la autonomía en la presidencia del IFE y la creación del Tribunal Electoral en 1996, hecho relevantes para llegar a una Cámara de Diputados con mayoría opositora en 1997 y la alternancia en la presidencia en el 2000.
Si fuera necesaria una medida de presión y protesta como la no presentación de candidato(a) a la gubernatura en el 2010, habría que tomarla como el primer paso para una transformación profunda de las reglas electorales en Puebla, las cuales hoy están lejos de ceñirse al avance observado a nivel nacional y no garantizan un espacio de igualdad.
En estos últimos cinco años hay muestras de cómo operan Marín y sus huestes priístas por lo que no es difícil de advertir cómo actuarán en unos meses. Es tiempo de poner un alto a la inequidad y a la ilegalidad que aceitan la maquinaria del PRI de Puebla. Es tiempo de informarnos para no caer en las trampas seductoras de una imagen que se refleja trabajadora pero que opera fuera de la ley.
Puebla requiere un andamiaje legal que garantice condiciones democráticas equitativas y un estado de derecho al servicio de toda la sociedad y no del grupúsculo priísta en el poder. Para que Puebla sea competitivo requiere no sólo de infraestructura, necesita estar al día en su vida democrática.
Si la sociedad se une para exigir estas condiciones y el PAN recoge esta exigencia, un camino puede ser no presentarse a las elecciones a la gubernatura y así anteponer los intereses superiores a las aspiraciones personales o de grupo. El PAN no debe ser el legitimador de una elección de estado. Pongo en la mesa esta propuesta. Como todo en democracia, habrá que discutirla y argumentar las razones de su conveniencia.

martes, 14 de julio de 2009

El camino del PAN


Pasaron las elecciones del 5 de julio; el PAN perdió votantes, posiciones y curules a nivel nacional y local; el hasta entonces presidente de nuestro partido Germán Martínez renunció de inmediato asumiendo el costo de la derrota.

Ahora surgen candidatos a sucederlo pero antes de barajar nombres es indispensable hacer una reflexión profunda y sincera para tomar las decisiones correctas, escuchar a la militancia, a los diferentes grupos que integran el partido pero sobretodo escuchar a la ciudadanía quien de distintas formas manifiesta su rechazo al modo de actuar que ha tenido Acción Nacional.

Hay que plantear hacia dónde queremos ir; cuáles son las prioridades y los límites, los márgenes de negociación y el proyecto fundamental; en pocas palabras: hay que recuperar el rumbo de Acción Nacional, su visión y su proceder que lo distinguía de otras fuerzas políticas y le hizo ganar adeptos a lo largo de la historia y a conquistar el gobierno.

Cuando se ejerce el poder se enfrentan situaciones que vistas desde la barrera de la oposición o la intelectualidad parecen simples, pero implican negociación, astucia, arte y talento para administrar la responsabilidad. Sin embargo, hay límites y principios que no deben negociarse porque si bien pueden redituar en lo inmediato, tienen un alto costo a la distancia. La incongruencia y la inconsistencia se pagan.

Hay que hablar con franqueza aunque se hieran susceptibilidades porque de no hacerlo partiremos de un análisis superficial, incompleto para tomar las decisiones adecuadas y contundentes. No caigamos en la tentación de evadir el problema de fondo porque nos encontraremos en lo que el politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez escribe con precisión: “El remedio no roza el problema pero tiene el buen tino de iniciar uno nuevo. El ingenio nacional ataca así los problemas ancestrales para acompañarlos de fresquísimos problemas. Corremos hoy el riesgo de repetir este cuento tras las elecciones de la semana pasada. Así nos pasó con el proceso de 2006. No entendimos qué pasó pero diagnosticamos de inmediato una cura… los hechos no correspondían al diagnóstico”.

Algunos panistas han circulado en los últimos días cartas públicas donde exponen sus reflexiones y su diagnóstico sobre lo sucedido el pasado 5 de julio y evidencian que la derrota se debe entre otras causas, al desempeño político del PAN en el ejercicio del poder y a una desfiguración de nuestra esencia como partido democrático.



Plasmo en esta colaboración, dos de los retos urgentes para el PAN y que se discuten en varios corrillos blanquiazules:

El primero es revisar nuestra identidad como partido y como gobierno. No se trata de ganar a toda costa sin importar qué o con quién se pacte, porque una de las cosas que reclama la sociedad es el incumplimiento por parte de los gobiernos panistas sobre la expectativa de cambio propuesta; los cambios no han sido lo suficientemente profundos como los ciudadanos exigen.

Si bien el gobierno de Fox y de alguna manera el de Calderón definieron una estrategia de transición moderada y de alianzas, sin cacería de brujas para evitar una parálisis en los primeros gobiernos de alternancia, se han dejado pasar acontecimientos de corrupción e indignación que merman la confianza de los ciudadanos en un proyecto de cambio que solapa a pillos y no confronta a grupos de poder que son los reductos del sistema que siempre criticamos y combatimos.

Es el caso de Mario Marín quien sigue gobernando a pesar de la ilegalidad de su proceder en el caso Cacho-Nacif; es el caso de los pactos con el sindicato magisterial su lideresa y sus cachorros, es el caso de Napoleón Gómez Urrutia y de tantos líderes sindicales que explotan a sus agremiados; es el caso de las designaciones al interior del PAN para elegir candidatos sin tomar en cuenta el compromiso con el proyecto del PAN y con las causas por las que lucha.

El segundo desafío es el tipo de liderazgo para encabezar el partido: urge un liderazgo no unipersonal sino basado en la institución y en los panistas comprometidos con ella; un liderazgo que sepa integrar a los distintos liderazgos locales y regionales, que se empeñe en una agresiva estrategia de inclusión de las nuevas generaciones y capitalice la valiosa experiencia de los militantes de antaño; un liderazgo que haga conciliaciones pero no contubernios; un liderazgo que no responda a los intereses de un grupo sino privilegie un proyecto político de largo plazo que lleve a efecto las propuestas para el desarrollo de la sociedad. Un liderazgo que impulse a escuchar y comunicarse de forma abierta y propositiva con los ciudadanos sin caer en las tentaciones del clientelismo y el corporativismo.

Después de la reflexión sigamos trabajando con renovado esfuerzo. Este 2009 es un parteaguas para el blanquiazul, para este partido en el que muchos aún creemos y confiamos que pueda seguir siendo una alternativa de gobierno honesta, capaz y vanguardista. Ante los fracasos hay dos caminos: lamerse las heridas y acentuar las divisiones, o aprender, ajustar y volver a tomar las riendas de un proyecto que debe trascender el interés de carrera de algunos y el proyecto de grupo de otros para volver a su misión: Ser una asociación de ciudadanos mexicanos, constituida en partido político nacional, con el fin de intervenir orgánicamente en todos los aspectos de la vida pública de México, tener acceso al ejercicio democrático del poder y lograr: El reconocimiento de la eminente dignidad de la persona humana; La subordinación, en lo político, de la actividad individual, social y del Estado a la realización del Bien Común; El reconocimiento de la preeminencia del interés nacional sobre los intereses parciales y la ordenación y jerarquización de éstos en el interés de la Nación, y La instauración de la democracia como forma de gobierno y como sistema de convivencia.

Estoy seguro que encontraremos la fórmula para conformar un nuevo Comité Directivo Nacional que poniendo la mano en el timón, retome inmediatamente el rumbo de Acción Nacional como la mejor opción para México; así lo haremos también en Puebla cuando corresponda renovar la dirigencia estatal y municipal.

martes, 7 de julio de 2009

¿Qué democracia queremos?


Las elecciones ya tuvieron lugar. Ahora, cada partido contabiliza sus triunfos y sus derrotas; los distritos ganados y los municipios perdidos, las posiciones recuperadas, las conservadas y las que estarán en manos de otras fuerzas políticas. Incluso los promotores del voto nulo y del abstencionismo miden el efecto de su campaña para “votar por nadie” que a final de cuentas benefició
-como lo advertimos hace unas semanas- al partido experto en acarreo y manipulación: el PRI.

Cada instituto político tendrá que hacer un análisis profundo sobre las lecciones que deja esta elección intermedia para replantear sus estrategias y afinar sus objetivos en función de la realidad del país y del sentir ciudadano que se expresa en los resultados y en los números arrojados por esta contienda.

Pero más allá de cifras y porcentajes, vale la pena revisar algunos fenómenos interesantes de esta jornada electoral como parte del proceso democrático por el que transita México, los cuales nos permiten plantear preguntas de fondo en torno a qué tipo de democracia queremos: una democracia de nombre, una representativa u otra realmente participativa, de contrapesos, alternancia y debate con propuestas en función de las prioridades para el país.

Comencemos por reconocer que en prácticamente todo el territorio nacional, se llevó al cabo una jornada dentro del marco institucional, con reglas y parámetros asumidos por todos los partidos, incluso por la izquierda y algunos de sus representantes como Andrés Manuel y sus huestes, quienes hace tres años mandaron a las instituciones al diablo, incluyendo al Instituto Federal Electoral (IFE) y hoy compitieron a través del Partido del Trabajo, de Convergencia o del Partido de la Revolución Democrática (PRD), bajo las reglas electorales establecidas.

Aunque se contradigan con su posición pasada, hoy darán por válida la elección en municipios y delegaciones como Iztapalapa en el Estado de México, porque ganó su candidato Rafael Acosta alias “Juanito”. Sin embargo, la ley y las instituciones para los “pejistas” son desechables cuando no les favorecen, por ello buscarán burlarla al quitar al señor Acosta y transferirle el poder a Clara Brugada a quien el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le quitó la candidatura por el PRD unas semanas antes de la elección.

Por fin: ¿Se ciñen o no a las instituciones y sus reglas o lo que buscan es una “democracia” a modo que más bien tiene tintes de autoritarismo e imposición?

Un segundo fenómeno de esta elección es la disminución de votos para el Partido Acción Nacional (PAN). El blanquiazul ha perdido la bandera del cambio porque la sociedad no ha visto saciadas todas las transformaciones de fondo que prometíamos.

Si bien en las dos administraciones federales encabezadas por panistas ha habido cambios y avances importantes como la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública, los inéditos programas de vivienda, infraestructura y desarrollo social, así como la defensa de las libertades, la reforma energética, la nueva ley del ISSSTE, la reforma penal, entre muchos otros, los ciudadanos esperaban un derrumbe del andamiaje sobre el que se construyó el sistema político de 70 años y del que el PRI se alimenta.

Esperaban una confrontación de las estructuras corporativistas y clientelares como los sindicatos de educación, petróleos mexicanos, luz y fuerza, por mencionar algunos, quienes hoy en día sólo velan por los intereses de sus caciques y no por la de sus agremidados y menos por los intereses nacionales.

Es cierto que en la real politike no siempre se pueden confrontar y desmantelar estructuras alimentadas durante años que amenazan con desestabilizar el país al más mínimo intento de erradicar o al menos disminuir sus ilegitimas, ominosas e inequitativas prebendas. Recordemos los plantones magisteriales, el cierre de carreteras, los paros de más de un año así como las trifulcas y protestas de profesores ante el intento del gobierno federal por combatir la venta de plazas a cambio de exámenes y evaluaciones de los educadores. Sin embargo, es indispensable renovar, limpiar y transparentar dichas estructuras si queremos un país moderno y equitativo.

¿Qué tipo de democracia construimos cuando la inercia de estos grupos caciquiles se resiste a toda transformación y peor aún cuando el PAN que enarbolaba el cambio, incluye en su lista de candidatos a personajes ligados con esos intereses que siempre criticó?

Un tercer fenómeno es el lucro con la pobreza y la necesidad de la gente para comprar y condicionar el voto, práctica empleada recurrentemente por el PRI pero que también otros partidos han copiado. La dádiva y el acarreo siguen siendo una realidad en las elecciones mexicanas. ¿Qué tipo de democracia queremos, la que de palabra promueve el voto libre pero lo condiciona y lo engaña con regalos y falsas promesas?

Un cuarto fenómeno que vale la pena analizar en el marco de esta elección es el juego de los medios de comunicación quienes mientras algunos promovían el voto blanco en contra de los partidos, les cobraban caro la cobertura y los espacios para entrevistar a sus candidatos.

Queda claro que la reciente reforma electoral dejó grandes huecos que tendrán que subsanarse en la próxima legislatura, porque mientras legalmente detuvo el flujo de recursos a los medios por concepto de spots publicitarios, propició la venta de espacios “por abajo del agua” y sin transparencia por parte de las empresas informativas y los partidos a cambio de otorgar unos cuantos minutos a los contendientes.

¿Qué tipo de democracia construyen los medios cuando fueron un ícono de apertura y pluralidad en algún tiempo pero ahora hay quienes sólo dan espacios a los políticos que más dinero pagan, léase Peña Nieto y Ebrard o a los que compran el perdón mediático como Mario Marín?

Finalmente señalo un quinto fenómeno que es el del voto blanco. Ya protestaron anulando el sufragio. ¿Qué clase de democracia quieren los que ya premiaron indirectamente a partidos como el PRI? ¿Qué sigue? ¿Cómo exigirle a quien será la primera minoría en el Congreso que encabece las transformaciones que el país demanda, cuando han dado muestras claras de que aparentan cambiar para que todo siga igual?

La pregunta queda abierta para todos: para los partidos, los políticos, los ciudadanos, los comunicadores, los candidatos triunfadores y los perdedores: ¿Qué clase de democracia queremos y qué compromiso asumimos ahora que ya votamos o no votamos, qué y cómo vamos a exigir, qué y cómo vamos a participar para que México no retroceda y resuelva realmente los problemas?

Pero los auténticos demócratas no vamos a abandonar el barco, se pierden y se ganan batallas, se tienen días nublados y días soleados, se pasan momentos difíciles pero al final la democracia en México sigue en pie y avanzando, recordemos que es una brega de eternidad. Seguiremos continuando.

miércoles, 1 de julio de 2009

Construir mayorías


Faltan cinco días para las elecciones intermedias. En Puebla elegiremos a los diputados federales que serán parte de la LXI Legislatura.

Hay voces que promueven el abstencionismo o el voto en blanco porque se han decepcionado de los partidos y de los pocos avances observados. Esta posición tiene muy oscuros promotores que están sirviendo al viejo PRI y otros incautos o idiotas útiles que son carne de cañón de estos oportunistas, sin embargo hay logros y resultados muy importantes que no debemos desestimar.

Es probable que a quienes hacemos política nos falte comunicar lo alcanzado y ponderar los acuerdos, no desde un enfoque conformista porque en efecto falta mucho por hacer y por transformar a profundidad, sino desde la perspectiva de una democracia que lleva nueve años de alternancia en la Presidencia y 12 años de legislaturas donde ningún partido ha tenido la mayoría absoluta.

La percepción de parálisis y falta de acuerdos es para algunos motivo para descalificar al Legislativo, pero el consenso y el disenso son intrínsecos a la democracia y basta revisar el caso de países más avanzados en este proceso como es Estados Unidos donde llevan varios años sin lograr conciliar una reforma migratoria.

El balance de esta Legislatura es inédito comparado con periodos anteriores, en particular por la unanimidad lograda en buena parte de las iniciativas aprobadas. Es el caso de la reforma energética, por lo menos en una primera etapa, la reforma a los sistemas de Justicia Penal y Seguridad Pública con aspectos tan relevantes como los juicios orales y la extinción de dominio.

También la del Sistema de Pensiones, la cual permitirá al país tener viabilidad en sus finanzas públicas para los próximos años; la reforma electoral para reducir el financiamiento a los partidos así como acortar tiempos y costos de las campañas electorales, la Ley de Ahorro y Crédito Popular para apoyo a los Ahorradores así como la eliminación de la ceremonia del Informe Presidencial, entre otras.

Es cierto que están pendientes reformas fundamentales para el país las cuales no se han logrado por falta de consensos; es el caso de la reforma laboral, la ley para el derecho de réplica de los ciudadanos ante los medios o la reforma para la reelección consecutiva de los diputados y senadores, que por cierto es uno de los compromisos que algunas asociaciones ciudadanas encabezadas por Alejandro Martí, le han pedido firmar a los candidatos.

El Partido Acción Nacional ha sido un promotor de la reelección porque sería un mecanismo democrático a través del cual el ciudadano evalúe el trabajo de los legisladores y en consecuencia lo ratifique o repruebe con su voto, incluso restaría poder a los partidos y habría incentivos para los representantes populares quienes estarían obligados a informar y rendir cuentas de sus resultados para alcanzar la reelección.

Este cambio cualitativo perfeccionaría la tarea legislativa así como la práctica de la comunicación política tanto al interior del Congreso para alcanzar acuerdos entre las distintas fracciones políticas como al exterior para informar a los ciudadanos quienes calificarán lo realizado: qué votó y a qué se opuso el legislador al que di mi voto, fue congruente con los principios que predica, qué iniciativas propuso, etc.

Diría Jürgen Habermas que la comunicación es indispensable para lograr acuerdos que disminuyan costos o desgastes innecesarios y para articular decisiones que nos integren en la resolución de necesidades.

Sin embargo, es evidente que el transcurrir del proceso democrático de México, no es fácil para algunos partidos y sus miembros, practicar la comunicación y la negociación para alcanzar los acuerdos necesarios ni apoyar transformaciones profundas que les quiten ciertos privilegios. Por ejemplo, durante el trienio que está por concluir el tema de la reelección de legisladores fue propuesto por el PAN; sin embargo, el Revolucionario Institucional (PRI) y el de la Revolución Democrática (PRD) lo rehusaron porque se resisten a dejar atrás sus sistemas de control corporativo y de reparto de poder.

Otro ejemplo donde se estancan los avances por conservar privilegios y se obstaculiza la construcción de mayorías, fue la posición de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador quienes en lugar de dialogar y alcanzar acuerdos, prefirieron obedecer ciegamente a quien no propone soluciones viables para el país y descalifica a las instituciones cuando no le favorecen.

En el México de hoy no caben imposiciones ni mayoriteos que ignoren las distintas posiciones. La diversidad y complejidad obligan a negociar y a conformar mayorías por coincidencias. Hoy no basta con simular acuerdos, hay que desarrollar la capacidad de escucha y de concertación que aceleren el avance del país. De eso se trata esta elección, de votar por el partido y el candidato que se comprometa a representarnos y que junto con los demás legisladores puedan construir mayorías que saquen adelante las reformas pendientes.