Por José Antonio Díaz García*
“Cancelen la Alianza por la educación o dejamos las aulas y tomamos las calles”.
Esta ha sido la consigna de grupos de maestros sindicalizados disidentes, que de unos meses a la fecha han tomado calles, cerrado carreteras y organizado manifestaciones en contra de su lideresa Elba Esther Gordillo Morales y de la Alianza por la Educación, signada el 15 de mayo pasado entre el gobierno federal y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Su inconformidad radica en el temor a perder sus plazas como profesores debido a que el nuevo pacto exige evaluarlos y hacerles un examen para mantener su trabajo. Con esta nueva medida, los maestros no podrán seguir heredando las plazas a sus hijos o familiares, que -aunque no tengan vocación o preparación magisterial- deben gozar de sus beneficios porque es un logro sindical que les costó lucha y dinero. Imagínese que también los Diputados o los Senadores quieran exigir el heredar su puesto.
En efecto, detrás de este absurdo interés de heredar plazas hay una razón que motiva su coraje: el precio que pagaron por las plazas. Algunos maestros tuvieron que pagar entre 60 y cien mil pesos, cantidad significativa para quienes ganan un salario de profesor. Y la pregunta es obvia: ¿Quién y por qué se las vendió?
Durante años, las viejas prácticas clientelares propiciadas por el PRI premiaban con discrecionalidad a quienes votaban por ellos, eran sus cuates o les debían algún favor, generando un sistema de prebendas basado en el amiguismo y no en el profesionalismo. Ahora el gobierno federal busca transformar de raíz este anquilosado sistema, sin embargo, los pactos y los acuerdos no son suficientes cuando por desgracia este modus vivendi se ha vuelto intrínseco a la forma de vida de muchos mexicanos que prefieren el camino fácil de la mordida y la corrupción.
¿Cómo esperar que el acuerdo a favor de una educación con calidad funcione si los propios líderes magisteriales gastan el presupuesto público en 59 camionetas Hummers, una para cada cabeza de sección del SNTE, cuando hay tantas aulas sin infraestructura y tanto rezago en la preparación del magisterio?
¿Cómo esperar que un millón 300 mil maestros en todo el país hagan suyo un acuerdo del que no se les hizo partícipes a través de una adecuada estrategia de comunicación y en cambio se evidenciaron sus bajas calificaciones en los exámenes, fruto de un sistema que no invierte en su capacitación sino que se gasta el dinero en los lujos de unos cuantos?
¿Cómo esperar que el acuerdo avance cuando algunas autoridades estatales lo boicotean porque con las nuevas medidas ya no podrán “regalar” o “vender” plazas con discrecionalidad a cambio de votos?
El problema va más allá de las marchas, las manifestaciones y las protestas de los maestros. Esto es sólo una válvula de escape ante el hartazgo por una cacique, ante la incapacidad de optar por un camino de esfuerzo y profesionalización y preferir la vía fácil de las prebendas y el comadrazgo.
Paradójicamente, el fondo del conflicto con los maestros es la educación. ¿Qué educación se puede esperar para las nuevas generaciones si algunos de quienes la imparten, prefieren generar caos vial, dejar sin clases a los niños y niñas e incumplir con su función educativa, con tal de no ver afectados sus intereses?
Probablemente una de las causas de esta actitud provenga de los bajos salarios y los nulos incentivos para una vocación como la de ser maestro. Sin embargo, muchas de estas movilizaciones son cooptadas por líderes que poco les importa la educación y mucho menos las mejoras para los profesores. ¿Qué hace la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) apoyando los bloqueos de carreteras en Morelos?
El derecho a la libre expresión y manifestación de las ideas llega hasta donde no se afecten los derechos de terceros. Los medios de comunicación han documentado cómo los bloqueos en aquella entidad impidieron el paso de ambulancias, de niños enfermos, de mujeres embarazadas, además de la parálisis generada en el comercio y los sectores productivos que se vieron afectados por el cierre de todos los accesos a ciudades como Cuernavaca.
El fin de semana pasado el SNTE exigió al Congreso una ampliación de cinco mil millones de pesos al presupuesto para educación, los cuales pretenden destinar a infraestructura, tecnología, formación, mobiliario y materiales educativos. Hay un rubro de 800 millones de pesos que no especifica en qué se invertirá…quizá sea para seguir renovando el parque vehicular de algunos líderes.
El SNTE amenaza con movilizar a miles de profesores esta semana -durante la cual revisaremos el presupuesto para el 2009 y la reforma de PEMEX en la Cámara de Diputados- para demandar mayores recursos.
Entonces no sólo tendremos las marchas de los que se oponen a Elba y a la Alianza por la Calidad de la Educación en diferentes estados de la República, tendremos también las de los elbistas que quieren más dinero sin que informen sobre el destino de los miles de pesos que no justifican.
Urge exigirle cuentas a los líderes sindicales en México que reciben recursos del erario y pocas veces dan cuentas claras de cómo lo gastan, mostrando cínicamente sus relojes, ropa, autos, viajes y casas, adquiridos a costa de sus agremiados.
Buena parte de los maestros que tienen vocación educativa no han dejado las aulas, y aunque desde luego quieren mejorar sus condiciones laborales y de ingreso, no por ello dejan sin clases a los alumnos. Para estos maestros y para los que hoy se preparan en las normales y en las escuelas pedagógicas, es la alianza educativa: para mejorar su preparación y garantizar sus derechos con base a su esfuerzo y compromiso y no a prácticas mañosas que sólo hacen de este México un país con mala educación, entendiendo por mala educación aquella que, más allá de obtener bajas calificaciones en matemáticas y ciencias, no tiene interés por los demás y carece de la mínima cultura de la responsabilidad y la honestidad.
Esta ha sido la consigna de grupos de maestros sindicalizados disidentes, que de unos meses a la fecha han tomado calles, cerrado carreteras y organizado manifestaciones en contra de su lideresa Elba Esther Gordillo Morales y de la Alianza por la Educación, signada el 15 de mayo pasado entre el gobierno federal y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Su inconformidad radica en el temor a perder sus plazas como profesores debido a que el nuevo pacto exige evaluarlos y hacerles un examen para mantener su trabajo. Con esta nueva medida, los maestros no podrán seguir heredando las plazas a sus hijos o familiares, que -aunque no tengan vocación o preparación magisterial- deben gozar de sus beneficios porque es un logro sindical que les costó lucha y dinero. Imagínese que también los Diputados o los Senadores quieran exigir el heredar su puesto.
En efecto, detrás de este absurdo interés de heredar plazas hay una razón que motiva su coraje: el precio que pagaron por las plazas. Algunos maestros tuvieron que pagar entre 60 y cien mil pesos, cantidad significativa para quienes ganan un salario de profesor. Y la pregunta es obvia: ¿Quién y por qué se las vendió?
Durante años, las viejas prácticas clientelares propiciadas por el PRI premiaban con discrecionalidad a quienes votaban por ellos, eran sus cuates o les debían algún favor, generando un sistema de prebendas basado en el amiguismo y no en el profesionalismo. Ahora el gobierno federal busca transformar de raíz este anquilosado sistema, sin embargo, los pactos y los acuerdos no son suficientes cuando por desgracia este modus vivendi se ha vuelto intrínseco a la forma de vida de muchos mexicanos que prefieren el camino fácil de la mordida y la corrupción.
¿Cómo esperar que el acuerdo a favor de una educación con calidad funcione si los propios líderes magisteriales gastan el presupuesto público en 59 camionetas Hummers, una para cada cabeza de sección del SNTE, cuando hay tantas aulas sin infraestructura y tanto rezago en la preparación del magisterio?
¿Cómo esperar que un millón 300 mil maestros en todo el país hagan suyo un acuerdo del que no se les hizo partícipes a través de una adecuada estrategia de comunicación y en cambio se evidenciaron sus bajas calificaciones en los exámenes, fruto de un sistema que no invierte en su capacitación sino que se gasta el dinero en los lujos de unos cuantos?
¿Cómo esperar que el acuerdo avance cuando algunas autoridades estatales lo boicotean porque con las nuevas medidas ya no podrán “regalar” o “vender” plazas con discrecionalidad a cambio de votos?
El problema va más allá de las marchas, las manifestaciones y las protestas de los maestros. Esto es sólo una válvula de escape ante el hartazgo por una cacique, ante la incapacidad de optar por un camino de esfuerzo y profesionalización y preferir la vía fácil de las prebendas y el comadrazgo.
Paradójicamente, el fondo del conflicto con los maestros es la educación. ¿Qué educación se puede esperar para las nuevas generaciones si algunos de quienes la imparten, prefieren generar caos vial, dejar sin clases a los niños y niñas e incumplir con su función educativa, con tal de no ver afectados sus intereses?
Probablemente una de las causas de esta actitud provenga de los bajos salarios y los nulos incentivos para una vocación como la de ser maestro. Sin embargo, muchas de estas movilizaciones son cooptadas por líderes que poco les importa la educación y mucho menos las mejoras para los profesores. ¿Qué hace la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) apoyando los bloqueos de carreteras en Morelos?
El derecho a la libre expresión y manifestación de las ideas llega hasta donde no se afecten los derechos de terceros. Los medios de comunicación han documentado cómo los bloqueos en aquella entidad impidieron el paso de ambulancias, de niños enfermos, de mujeres embarazadas, además de la parálisis generada en el comercio y los sectores productivos que se vieron afectados por el cierre de todos los accesos a ciudades como Cuernavaca.
El fin de semana pasado el SNTE exigió al Congreso una ampliación de cinco mil millones de pesos al presupuesto para educación, los cuales pretenden destinar a infraestructura, tecnología, formación, mobiliario y materiales educativos. Hay un rubro de 800 millones de pesos que no especifica en qué se invertirá…quizá sea para seguir renovando el parque vehicular de algunos líderes.
El SNTE amenaza con movilizar a miles de profesores esta semana -durante la cual revisaremos el presupuesto para el 2009 y la reforma de PEMEX en la Cámara de Diputados- para demandar mayores recursos.
Entonces no sólo tendremos las marchas de los que se oponen a Elba y a la Alianza por la Calidad de la Educación en diferentes estados de la República, tendremos también las de los elbistas que quieren más dinero sin que informen sobre el destino de los miles de pesos que no justifican.
Urge exigirle cuentas a los líderes sindicales en México que reciben recursos del erario y pocas veces dan cuentas claras de cómo lo gastan, mostrando cínicamente sus relojes, ropa, autos, viajes y casas, adquiridos a costa de sus agremiados.
Buena parte de los maestros que tienen vocación educativa no han dejado las aulas, y aunque desde luego quieren mejorar sus condiciones laborales y de ingreso, no por ello dejan sin clases a los alumnos. Para estos maestros y para los que hoy se preparan en las normales y en las escuelas pedagógicas, es la alianza educativa: para mejorar su preparación y garantizar sus derechos con base a su esfuerzo y compromiso y no a prácticas mañosas que sólo hacen de este México un país con mala educación, entendiendo por mala educación aquella que, más allá de obtener bajas calificaciones en matemáticas y ciencias, no tiene interés por los demás y carece de la mínima cultura de la responsabilidad y la honestidad.
Comentarios en diazgarcia2020@gmail.com
*Diputado Federal del Partido Acción Nacional
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