Esta semana llega a su fin la etapa de promoción del voto de las campañas electorales, para que el próximo domingo los ciudadanos decidan en manos de quien entregan la conducción del Ejecutivo del estado, del Congreso local y de los Municipios poblanos. Sin embargo el cobarde asesinato de Rodolfo Torre Cantú, candidato a gobernador de la Coalición Todo Tamaulipas, conformada por el PRI el Verde y Nueva Alianza, amenaza a la sociedad y atenta contra las instituciones democráticas.
Este crimen contra el candidato a gobernador del PRI en Tamaulipas genera un clima de crispación social, en donde el crimen organizado amenaza la seguridad y la tranquilidad no solamente de los tamaulipecos, sino de todos los mexicanos y provoca una percepción negativa previa a los comicios que como principio democrático deben realizarse en las mejores condiciones de equidad y paz.
Como lo anotaba el Presidente Felipe Calderón en su mensaje por este lamentable suceso: “la lucha por la seguridad exige corresponsabilidad y participación decidida de todos los órdenes de Gobierno, de los tres Poderes de la Unión y de la sociedad en su conjunto.” Es imposible pensar que el no enfrentar la realidad del crimen organizado nos permitiría vivir en paz. La fuerza del mercado y la falta de decisión en enfrentar a este flagelo nos tienen en la situación que vivimos. Puebla no es una isla aislada en que no exista drogadicción y todos los eslabones necesarios que permiten el consumo, venta y distribución de drogas en nuestro estado y en los municipios de nuestra entidad.
Mienten o son cómplices aquellos que digan que en Puebla no está presente el crimen organizado. Sabemos que hay drogadictos, los propios centros de rehabilitación así lo confirman, sabemos que hay narcotienditas y vendedores afuera de las escuelas, sabemos que hay distribuidores como lo patentiza la propia Procuraduría estatal en sus detenciones, sabemos que hay enfrentamientos en nuestras calles como dan fe los varios policías caídos en el cumplimiento de su deber por combatir a quien es sorprendido en flagrancia. Sin embargo Mario Montero, el candidato del PRI a la Alcaldía de la capital poblana, cuando hasta hace unos meses despachaba de secretario de gobernación, aseveraba que en Puebla no pasaba nada.
Los gobernantes principalmente y los ciudadanos también tenemos un deber ineludible de impedir que el crimen pretenda imponernos sus reglas y su voluntad, debemos cerrar filas gobierno y sociedad para enfrentar juntos a quien pretende postrarnos y quitarnos nuestros derechos.
Traiciona a la sociedad quien de manera irresponsable utiliza este desafío a la sociedad para sacar raja electoral como el presidente estatal del PRI en Puebla Alejandro Armenta Mier y su candidato a la Alcaldía Mario Montero, quienes ayer se apresuraban en rueda de prensa a señalar que la muerte del candidato a gobernador del PRI en Tamaulipas se debe a que el PAN a nivel federal a perdido la batalla en contra del crimen organizado. Que cómodos, que cínicos, que cobardes.
Estas declaraciones solo son un llamado del PRI a desestabilizar las instituciones democráticas, no actúan con prudencia, se dejan llevar por su nerviosismo de perder una elección, sin ver que están poniendo en juego algo más trascendente.
En Tamaulipas el gobierno estatal siempre ha estado en manos del PRI y no se puede soslayar que el contubernio entre autoridades y narcotraficantes es uno de los factores más importantes que le permitieron a los malosos ganar terreno y hoy nos tienen en esta situación de amenaza generalizada a la seguridad, a la libertad y a la tranquilidad de los mexicanos.
El no haber enfrentado esta realidad del crimen como lo ha hecho el gobierno federal nos tendría postrados a sus dictados en medio de una lucha mucho más cruenta, sin ley y sin justicia alguna que pudiéramos reclamar.
De eso se trata esta elección, de votar por quien está dispuesto a dar la cara como autoridad para defendernos o de votar por los cínicos desmemoriados que el 23 de marzo de 1994 asesinaron a su propio candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Este crimen contra el candidato a gobernador del PRI en Tamaulipas genera un clima de crispación social, en donde el crimen organizado amenaza la seguridad y la tranquilidad no solamente de los tamaulipecos, sino de todos los mexicanos y provoca una percepción negativa previa a los comicios que como principio democrático deben realizarse en las mejores condiciones de equidad y paz.
Como lo anotaba el Presidente Felipe Calderón en su mensaje por este lamentable suceso: “la lucha por la seguridad exige corresponsabilidad y participación decidida de todos los órdenes de Gobierno, de los tres Poderes de la Unión y de la sociedad en su conjunto.” Es imposible pensar que el no enfrentar la realidad del crimen organizado nos permitiría vivir en paz. La fuerza del mercado y la falta de decisión en enfrentar a este flagelo nos tienen en la situación que vivimos. Puebla no es una isla aislada en que no exista drogadicción y todos los eslabones necesarios que permiten el consumo, venta y distribución de drogas en nuestro estado y en los municipios de nuestra entidad.
Mienten o son cómplices aquellos que digan que en Puebla no está presente el crimen organizado. Sabemos que hay drogadictos, los propios centros de rehabilitación así lo confirman, sabemos que hay narcotienditas y vendedores afuera de las escuelas, sabemos que hay distribuidores como lo patentiza la propia Procuraduría estatal en sus detenciones, sabemos que hay enfrentamientos en nuestras calles como dan fe los varios policías caídos en el cumplimiento de su deber por combatir a quien es sorprendido en flagrancia. Sin embargo Mario Montero, el candidato del PRI a la Alcaldía de la capital poblana, cuando hasta hace unos meses despachaba de secretario de gobernación, aseveraba que en Puebla no pasaba nada.
Los gobernantes principalmente y los ciudadanos también tenemos un deber ineludible de impedir que el crimen pretenda imponernos sus reglas y su voluntad, debemos cerrar filas gobierno y sociedad para enfrentar juntos a quien pretende postrarnos y quitarnos nuestros derechos.
Traiciona a la sociedad quien de manera irresponsable utiliza este desafío a la sociedad para sacar raja electoral como el presidente estatal del PRI en Puebla Alejandro Armenta Mier y su candidato a la Alcaldía Mario Montero, quienes ayer se apresuraban en rueda de prensa a señalar que la muerte del candidato a gobernador del PRI en Tamaulipas se debe a que el PAN a nivel federal a perdido la batalla en contra del crimen organizado. Que cómodos, que cínicos, que cobardes.
Estas declaraciones solo son un llamado del PRI a desestabilizar las instituciones democráticas, no actúan con prudencia, se dejan llevar por su nerviosismo de perder una elección, sin ver que están poniendo en juego algo más trascendente.
En Tamaulipas el gobierno estatal siempre ha estado en manos del PRI y no se puede soslayar que el contubernio entre autoridades y narcotraficantes es uno de los factores más importantes que le permitieron a los malosos ganar terreno y hoy nos tienen en esta situación de amenaza generalizada a la seguridad, a la libertad y a la tranquilidad de los mexicanos.
El no haber enfrentado esta realidad del crimen como lo ha hecho el gobierno federal nos tendría postrados a sus dictados en medio de una lucha mucho más cruenta, sin ley y sin justicia alguna que pudiéramos reclamar.
De eso se trata esta elección, de votar por quien está dispuesto a dar la cara como autoridad para defendernos o de votar por los cínicos desmemoriados que el 23 de marzo de 1994 asesinaron a su propio candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta.
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