Las elecciones que se realizaron el pasado domingo en 15 estados para elegir a dos mil representantes populares entre gobernadores, diputados locales, alcaldes, síndicos y regidores, me hacen reflexionar acerca de las reglas electorales y las circunstancias que rodearon este super domingo electoral.
A lo largo de la historia reciente en México, desde los partidos de oposición al PRI se ha pugnado por tener reglas electorales que permitan una equitativa y justa contienda electoral que legitime a las instituciones, a los procesos y a los gobernantes electos.
En años recientes se han logrado con muchos esfuerzos y a un costo muy elevado a nivel federal, desde un padrón electoral con fotografía, una credencial de elector, un árbitro electoral ciudadanizado que organiza las elecciones y un tribunal electoral entre otras cosas que han permitido elecciones más competitivas y la alternancia política pacífica. Sin embargo a nivel local los gobernadores, principalmente los del PRI han cerrado sus feudos con normas jurídicas e instituciones electorales que hacen más inequitativas e injustas que nunca las contiendas electorales.
El proceso electoral que vivimos en Puebla y que aun no termina pues está en la etapa de cómputo e impugnaciones es el mejor ejemplo del agandalle de los gobernadores priístas, usted sabe estimado lector que el Instituto Electoral del estado y el Tribunal estatal Electoral están controlados por el sistema PRI-gobierno marinista que junto con la insolente, agresiva e ilegal operación electoral orquestada por las huestes marinistas dieron por resultado una contienda inequitativa en grado superlativo para cualquiera que se ponga enfrente.
En la jornada del pasado domingo los priístas revivieron las prácticas violentas que parecían parte de un oscuro pasado antidemocrático ya superado y que los más jóvenes electores solo conocían por los relatos de sus abuelos. Grupos de golpeadores amedrentaban a la oposición como en aquellas contiendas de Villa Escalera contra Murad; no se había vuelto a ver que en la capital grupos de porros rompieran medallones de autos y golpearan a los opositores con total impunidad como sucedió este domingo con los priístas que irrumpieron en las oficinas del candidato a diputado por el primer distrito Jesús Zaldívar en el distrito uno de la Alianza Compromiso por Puebla. Desde el día anterior a la jornada comicial grupos de policías judiciales y de la metropolitana acompañaban a funcionarios municipales de Protección Civil dependientes de la Alcaldesa Blanca Alcalá para clausurar negocios de simpatizantes panistas y del gobierno federal. Desde bodegas del programa Oportunidades, tiendas de radiocomunicación y hasta el estadio Cuauhtémoc fueron blancos de su selectiva labor de persecución política.
Sí, la alcaldesa que aparenta no matar una mosca se prestó al antidemocrático juego de ser garrote político.
A esto se debe agregar el uso de las policías municipales y de transito que durante toda la campaña amedrentaron, amenazaron y persiguieron a todos los concesionarios de transporte que no se alineaban con los candidatos del PRI y especialmente con Zavala. Recordemos cómo no dejaban salir de sus bases a los vehículos que portaban propaganda de Rafael Moreno Valle y como bloquearon muchos autobuses que transportaban adeptos al cierre en el estadio de fut bol de la Alianza opositora
No podemos olvidar el desbordado uso de recursos en las campañas priístas que superan con mucho los topes de campaña establecidos en la ley, las despensas, el cemento, las laminas, los tinacos, los útiles escolares, las playeras, las bolsas y toda clase de artículos utilitarios. Además del uso discrecional y electoral de los programas sociales marinistas y lo más sofisticado como la publicidad en internet, en las redes sociales y el chayote.
Mención especial debe hacerse de los medios de comunicación en Puebla, la gran mayoría de ellos al servicio del sistema PRI, muchos columnistas también formando parte de esa maquinaria que mas que periodistas son un engranaje de ese sistema corrupto y corruptor que manejó durante toda la campaña cifras de encuestas que solo favorecían a los candidatos del PRI por muy amplio margen así como entrevistas a modo pagadas o descontadas de los convenios gubernamentales. El SICOM, sistema estatal de radio y televisión, es la mejor muestra de lo que no es la función social de una concesión otorgada al servicio de la comunidad.
Pero ni con todas estas mañas y mucho más que implementaron Marín, Zavala, Armenta, Montero, Mesa y demás compinches fue suficiente para detener una decisión ciudadana de hartazgo y rechazo a esta pandilla.
La violencia verbal y física que implementó el PRI gobierno es una mala semilla que hay que desterrar, no podemos combatir por un lado al crimen organizado y por otro lado usar estas prácticas desde el gobierno en contra de los opositores.
Puebla está de fiesta, es momento de alternancia, que no podemos desaprovechar. Es el momento de profundas transformaciones legislativas, institucionales, gubernamentales, de relación entre partidos políticos, cuerpos intermedios, universidades, empresarios, medios de comunicación y ciudadanos. No es solamente la hora del nuevo gobiernos estatal, es también la hora de transformar las instituciones de Puebla. En hora buena gobernador Rafael Moreno Valle, alcalde Eduardo Rivera Pérez, diputado Juan Carlos Espina von Roehrich y todos las demás autoridades electas, es hora de emprender la nueva ruta, tan esperada y tan necesaria. Los ciudadanos ya decidieron, no quieren más impunidad, manos a la obra.
Comentarios en diazgarcia2020@gmail.com
A lo largo de la historia reciente en México, desde los partidos de oposición al PRI se ha pugnado por tener reglas electorales que permitan una equitativa y justa contienda electoral que legitime a las instituciones, a los procesos y a los gobernantes electos.
En años recientes se han logrado con muchos esfuerzos y a un costo muy elevado a nivel federal, desde un padrón electoral con fotografía, una credencial de elector, un árbitro electoral ciudadanizado que organiza las elecciones y un tribunal electoral entre otras cosas que han permitido elecciones más competitivas y la alternancia política pacífica. Sin embargo a nivel local los gobernadores, principalmente los del PRI han cerrado sus feudos con normas jurídicas e instituciones electorales que hacen más inequitativas e injustas que nunca las contiendas electorales.
El proceso electoral que vivimos en Puebla y que aun no termina pues está en la etapa de cómputo e impugnaciones es el mejor ejemplo del agandalle de los gobernadores priístas, usted sabe estimado lector que el Instituto Electoral del estado y el Tribunal estatal Electoral están controlados por el sistema PRI-gobierno marinista que junto con la insolente, agresiva e ilegal operación electoral orquestada por las huestes marinistas dieron por resultado una contienda inequitativa en grado superlativo para cualquiera que se ponga enfrente.
En la jornada del pasado domingo los priístas revivieron las prácticas violentas que parecían parte de un oscuro pasado antidemocrático ya superado y que los más jóvenes electores solo conocían por los relatos de sus abuelos. Grupos de golpeadores amedrentaban a la oposición como en aquellas contiendas de Villa Escalera contra Murad; no se había vuelto a ver que en la capital grupos de porros rompieran medallones de autos y golpearan a los opositores con total impunidad como sucedió este domingo con los priístas que irrumpieron en las oficinas del candidato a diputado por el primer distrito Jesús Zaldívar en el distrito uno de la Alianza Compromiso por Puebla. Desde el día anterior a la jornada comicial grupos de policías judiciales y de la metropolitana acompañaban a funcionarios municipales de Protección Civil dependientes de la Alcaldesa Blanca Alcalá para clausurar negocios de simpatizantes panistas y del gobierno federal. Desde bodegas del programa Oportunidades, tiendas de radiocomunicación y hasta el estadio Cuauhtémoc fueron blancos de su selectiva labor de persecución política.
Sí, la alcaldesa que aparenta no matar una mosca se prestó al antidemocrático juego de ser garrote político.
A esto se debe agregar el uso de las policías municipales y de transito que durante toda la campaña amedrentaron, amenazaron y persiguieron a todos los concesionarios de transporte que no se alineaban con los candidatos del PRI y especialmente con Zavala. Recordemos cómo no dejaban salir de sus bases a los vehículos que portaban propaganda de Rafael Moreno Valle y como bloquearon muchos autobuses que transportaban adeptos al cierre en el estadio de fut bol de la Alianza opositora
No podemos olvidar el desbordado uso de recursos en las campañas priístas que superan con mucho los topes de campaña establecidos en la ley, las despensas, el cemento, las laminas, los tinacos, los útiles escolares, las playeras, las bolsas y toda clase de artículos utilitarios. Además del uso discrecional y electoral de los programas sociales marinistas y lo más sofisticado como la publicidad en internet, en las redes sociales y el chayote.
Mención especial debe hacerse de los medios de comunicación en Puebla, la gran mayoría de ellos al servicio del sistema PRI, muchos columnistas también formando parte de esa maquinaria que mas que periodistas son un engranaje de ese sistema corrupto y corruptor que manejó durante toda la campaña cifras de encuestas que solo favorecían a los candidatos del PRI por muy amplio margen así como entrevistas a modo pagadas o descontadas de los convenios gubernamentales. El SICOM, sistema estatal de radio y televisión, es la mejor muestra de lo que no es la función social de una concesión otorgada al servicio de la comunidad.
Pero ni con todas estas mañas y mucho más que implementaron Marín, Zavala, Armenta, Montero, Mesa y demás compinches fue suficiente para detener una decisión ciudadana de hartazgo y rechazo a esta pandilla.
La violencia verbal y física que implementó el PRI gobierno es una mala semilla que hay que desterrar, no podemos combatir por un lado al crimen organizado y por otro lado usar estas prácticas desde el gobierno en contra de los opositores.
Puebla está de fiesta, es momento de alternancia, que no podemos desaprovechar. Es el momento de profundas transformaciones legislativas, institucionales, gubernamentales, de relación entre partidos políticos, cuerpos intermedios, universidades, empresarios, medios de comunicación y ciudadanos. No es solamente la hora del nuevo gobiernos estatal, es también la hora de transformar las instituciones de Puebla. En hora buena gobernador Rafael Moreno Valle, alcalde Eduardo Rivera Pérez, diputado Juan Carlos Espina von Roehrich y todos las demás autoridades electas, es hora de emprender la nueva ruta, tan esperada y tan necesaria. Los ciudadanos ya decidieron, no quieren más impunidad, manos a la obra.
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