El gobierno municipal anda patinando. Luego de darnos la buena noticia de que destinará 400 millones de pesos en obras de pavimentación para 2009 lo cual será provechoso para la ciudad aunque insuficiente para el rezago en esta materia, se resbala al dar a conocer la instalación de un pista de hielo gratuita en
en el kiosco del Paseo Bravo.
Para empezar no es una idea original; copia al gobierno perredista del Distrito Federal (DF) a quien le ha dado por montar pistas de hielo en la Ciudad de México. De hecho será la empresa Ice Rink Events, la misma contratada por Marcelo Ebrard, la encargada de hacerlo en la capital poblana.
En segundo lugar la alcadesa Blanca Alcalá no quiso dar a conocer el costo de este refrito. Como referencia, sabemos que la del DF cuesta alrededor de 17 millones de pesos y al ex edil Enrique Doger, le hubiera costado –al ser de menor tamaño- más de seis millones de pesos, porque al priísta también se le había ocurrido imitar la mencionada propuesta.
La presidenta municipal quiso matizar el impacto de su anuncio al advertir que habrá patrocinadores y participación de la iniciativa privada en la puesta en marcha de ésta y otras actividades culturales y recreativas, con el fin de que los poblanos -que por la crisis no puedan salir de vacaciones en la próxima temporada de diciembre- tengan una alternativa para divertirse. Cuestión que de acuerdo a los regidores panistas no ha presentado a consideración del Cabildo y de la que ya le solicitaron las cuentas.
Vamos por partes: si para “bajar” el costo de la instalación y operación de esta pista invita a particulares ¿Por qué no haber hecho un convenio de colaboración con las empresas que operan pistas de hielo en la ciudad de Puebla como son las ubicadas en el Centros Comerciales La Noria y en Parque Millenium? A las que por cierto, ahora les hará competencia desleal.
¿Por qué no aprovechar esta infraestructura para que los capitalinos acudan a un bajo costo sin que el ayuntamiento invierta en todo un montaje cuyos recursos podrían destinarse a seguir pavimentando un sin número de calles en juntas auxiliares que no sólo presentan baches, sino que nunca han sido pavimentadas? ¿Por qué no utilizar estos recursos para capacitar y pagar mejor a los policías municipales que todos los días se la rifan por los ciudadanos?
No es casual que gobernantes de partidos como el Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática, coincidan en estas ocurrencias populistas. Si bien el generar espacios de recreación es parte de las responsabilidades de un gobierno, éstas podrían ser más duraderas y no de temporada, y sin erogar recursos que urgen para otras prioridades.
En la pasada reunión del Consejo de la Internacional Socialista celebrada en Puerto Vallarta el 17 de noviembre, la presidenta del PRI, Beatriz Paredes dejó ver una posible alianza con el PRD al reconocer que su partido y el de la Revolución Democrática "juntos podrían constituir una formidable fuerza que cambiaría el destino de México".
Por su parte Jesús Ortega -quien luego de más de ocho meses de conflicto, tomó protesta como presidente del Sol Azteca el pasado fin de semana- convocó a una gran alianza electoral con las izquierdas del país, con el Partido del Trabajo y Convergencia y anticipó que no tiene intención de hacer ninguna alianza electoral con el PRI ni con el PAN, pero sí ve un acuerdo programático con el tricolor.
De unos y otros se advierte la intensión de aliarse, si no electoralmente, si para impulsar reformas o para apoyar proyectos en conjunto. Las alianzas no tienen nada de malo, a menos que su propósito sea confabularse para contrapuntear al gobierno federal o para seguir proponiendo brillantes ideas como la de la pista de hielo, cuando los temas de seguridad e impulso económico en un entorno de recesión, demanda la unidad y el trabajo coordinado.
Decía que no es casual que perredistas y priístas se parezcan porque de hecho son lo mismo, vienen de la misma familia revolucionaria y populista que durante años prefirió el asistencialismo al desarrollo regional que haga autosuficientes y colaborativas a las comunidades. Les gana la tentación de la salida fácil, del pan y circo para ganarse el aplauso fugaz, para alimentar el clientelismo politico, y se distraen de su tarea de impulsar la competitividad y la rendición de cuentas. Decía Carlos Castillo Peraza que el PRD es lo peor del PRI, es el tricolor modelo 1970.
Por cierto, apenas el domingo pasado, el propio secretario de Desarrollo Económico, Turismo y Competitividad de la capital de Puebla Fernando Ariza de la Fuente, admitió que es necesario mejorar muchos procedimientos gubernamentales para generar las condiciones necesarias de inversión que ayuden al desarrollo de la capital.
Esto lo señaló luego de conocer los recientes datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y del Centro para la Investigación y Docencia Económicas (CIDE) que ubican a este ayuntamiento en la posición número 20 de competitividad de las 60 zonas metropolitanas existentes del país.
Asimismo, IMCO dio a conocer en octubre de este año, que el estado de Puebla se ubica entre las ocho entidades de la república con menor transparencia en la información sobre el destino de su presupuesto, tanto para el poder ejecutivo, el judicial y el legislativo así como el contemplado a organismos electorales, partidos políticos e instancias magisteriales, ya que en una escala de 0 a 100 puntos, Puebla alcanzó 46.51.
Si el ayuntamiento aspira -como lo reza su slogan- a hacer de Puebla una “capital a tiempo”, no debiera patinar con ocurrencias resbalosas y mejor debiera ocuparse de tantos temas urgentes como la transparencia, la competitividad, la obra pública, para propiciar mayor calidad de vida entre los poblanos a quienes nos ha dejado helados al verlo jugar en pistas que no son las que nos harán despegar.
en el kiosco del Paseo Bravo.
Para empezar no es una idea original; copia al gobierno perredista del Distrito Federal (DF) a quien le ha dado por montar pistas de hielo en la Ciudad de México. De hecho será la empresa Ice Rink Events, la misma contratada por Marcelo Ebrard, la encargada de hacerlo en la capital poblana.
En segundo lugar la alcadesa Blanca Alcalá no quiso dar a conocer el costo de este refrito. Como referencia, sabemos que la del DF cuesta alrededor de 17 millones de pesos y al ex edil Enrique Doger, le hubiera costado –al ser de menor tamaño- más de seis millones de pesos, porque al priísta también se le había ocurrido imitar la mencionada propuesta.
La presidenta municipal quiso matizar el impacto de su anuncio al advertir que habrá patrocinadores y participación de la iniciativa privada en la puesta en marcha de ésta y otras actividades culturales y recreativas, con el fin de que los poblanos -que por la crisis no puedan salir de vacaciones en la próxima temporada de diciembre- tengan una alternativa para divertirse. Cuestión que de acuerdo a los regidores panistas no ha presentado a consideración del Cabildo y de la que ya le solicitaron las cuentas.
Vamos por partes: si para “bajar” el costo de la instalación y operación de esta pista invita a particulares ¿Por qué no haber hecho un convenio de colaboración con las empresas que operan pistas de hielo en la ciudad de Puebla como son las ubicadas en el Centros Comerciales La Noria y en Parque Millenium? A las que por cierto, ahora les hará competencia desleal.
¿Por qué no aprovechar esta infraestructura para que los capitalinos acudan a un bajo costo sin que el ayuntamiento invierta en todo un montaje cuyos recursos podrían destinarse a seguir pavimentando un sin número de calles en juntas auxiliares que no sólo presentan baches, sino que nunca han sido pavimentadas? ¿Por qué no utilizar estos recursos para capacitar y pagar mejor a los policías municipales que todos los días se la rifan por los ciudadanos?
No es casual que gobernantes de partidos como el Revolucionario Institucional y el de la Revolución Democrática, coincidan en estas ocurrencias populistas. Si bien el generar espacios de recreación es parte de las responsabilidades de un gobierno, éstas podrían ser más duraderas y no de temporada, y sin erogar recursos que urgen para otras prioridades.
En la pasada reunión del Consejo de la Internacional Socialista celebrada en Puerto Vallarta el 17 de noviembre, la presidenta del PRI, Beatriz Paredes dejó ver una posible alianza con el PRD al reconocer que su partido y el de la Revolución Democrática "juntos podrían constituir una formidable fuerza que cambiaría el destino de México".
Por su parte Jesús Ortega -quien luego de más de ocho meses de conflicto, tomó protesta como presidente del Sol Azteca el pasado fin de semana- convocó a una gran alianza electoral con las izquierdas del país, con el Partido del Trabajo y Convergencia y anticipó que no tiene intención de hacer ninguna alianza electoral con el PRI ni con el PAN, pero sí ve un acuerdo programático con el tricolor.
De unos y otros se advierte la intensión de aliarse, si no electoralmente, si para impulsar reformas o para apoyar proyectos en conjunto. Las alianzas no tienen nada de malo, a menos que su propósito sea confabularse para contrapuntear al gobierno federal o para seguir proponiendo brillantes ideas como la de la pista de hielo, cuando los temas de seguridad e impulso económico en un entorno de recesión, demanda la unidad y el trabajo coordinado.
Decía que no es casual que perredistas y priístas se parezcan porque de hecho son lo mismo, vienen de la misma familia revolucionaria y populista que durante años prefirió el asistencialismo al desarrollo regional que haga autosuficientes y colaborativas a las comunidades. Les gana la tentación de la salida fácil, del pan y circo para ganarse el aplauso fugaz, para alimentar el clientelismo politico, y se distraen de su tarea de impulsar la competitividad y la rendición de cuentas. Decía Carlos Castillo Peraza que el PRD es lo peor del PRI, es el tricolor modelo 1970.
Por cierto, apenas el domingo pasado, el propio secretario de Desarrollo Económico, Turismo y Competitividad de la capital de Puebla Fernando Ariza de la Fuente, admitió que es necesario mejorar muchos procedimientos gubernamentales para generar las condiciones necesarias de inversión que ayuden al desarrollo de la capital.
Esto lo señaló luego de conocer los recientes datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y del Centro para la Investigación y Docencia Económicas (CIDE) que ubican a este ayuntamiento en la posición número 20 de competitividad de las 60 zonas metropolitanas existentes del país.
Asimismo, IMCO dio a conocer en octubre de este año, que el estado de Puebla se ubica entre las ocho entidades de la república con menor transparencia en la información sobre el destino de su presupuesto, tanto para el poder ejecutivo, el judicial y el legislativo así como el contemplado a organismos electorales, partidos políticos e instancias magisteriales, ya que en una escala de 0 a 100 puntos, Puebla alcanzó 46.51.
Si el ayuntamiento aspira -como lo reza su slogan- a hacer de Puebla una “capital a tiempo”, no debiera patinar con ocurrencias resbalosas y mejor debiera ocuparse de tantos temas urgentes como la transparencia, la competitividad, la obra pública, para propiciar mayor calidad de vida entre los poblanos a quienes nos ha dejado helados al verlo jugar en pistas que no son las que nos harán despegar.
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