Foto:El Universal
Por José Antonio Díaz García*
“¡Voto por voto, casilla por casilla…No podemos aceptar una regresión, un retroceso democrático. En la historia política reciente de nuestro país, abrir espacios para lograr elecciones libres, equitativas y limpias ha costado muchos sacrificios; inclusive, la vida de miles de mexicanos. No podemos aceptar que con la ilegalidad, el dinero y las trampas, un grupo de privilegiados quiera imponer a un presidente ilegítimo!”.
Con estas palabras Andrés Manuel López Obrador arengaba a sus seguidores concentrados en el Zócalo de la Ciudad de México aquel 16 de julio de 2006… A 20 meses de distancia, de aquellos airados discursos ¿Volverán a resonar en la garganta del ex candidato presidencial de la Coalición Por el Bien de Todos estas exigencias ante el desaseado proceso interno que acaba de vivir el PRD? ¿Les advertirá a sus correligionarios que las elecciones limpias, sin trampas, sin robo de urnas y sin violencia debieran realizarse empezando por ellos mismos? ¿O es mejor que se aplique la ley pero, en los bueyes de mi compadre?
El pasado 16 de marzo los afiliados al Partido del Sol Azteca acudieron a las urnas para elegir al nuevo dirigente nacional, a los estatales así como a los consejeros federales y locales.
Pero a 9 días de la elección, los perredistas no han logrado ponerse de acuerdo y se han metido en un laberinto que parece no tener una salida fácil, legal ni legítima. Aquellos que alardeaban calificando al Presidente Calderón de espurio y tachando el proceso electoral del 2006 de ilegítimo, no son capaces de llevar a cabo un ejercicio democrático libre de viejas y corruptas prácticas como el embarazo de urnas, el carrusel, el ratón loco, aprendidas de sus ancestros priístas, partido del que emergió el perredismo.
En los días siguientes a su elección, los resultados del conteo de actas se mantuvieron muy cerrados entre los dos principales contendientes a dirigir el PRD en el país. Por un lado el actual senador Jesús Ortega quien encabeza la corriente denominada Nueva Izquierda y por otro el ex jefe del gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, candidato del grupo Izquierda Unida y gallo de López Obrador.
Conforme pasaban las horas llegaban de los distintos estados de la República denuncias de anomalías y “marranadas” que empezaban a empañar la legitimidad de la contienda.
En el caso de Puebla simpatizantes de Izquierda Unida se quejaban del robo de urnas y la no instalación de más del 25 por ciento de las casillas, lo que según sus estatutos, exige una anulación inmediata de la elección. “Casualmente no se instalaron casillas en lugares que favorecerían a Alejandro Encinas a nivel nacional y al candidato Jorge Méndez Spínola, en el caso de la dirigencia estatal”, dijo la ex diputada del PRD Rosa María Avilés. En el PRD poblano estas prácticas no son nuevas; en 1998 el partido cooptado por el gobierno del estado –a través de Mario Marín Torres- impulsó la candidatura de Emilio Maurer, el cual con un poco de dinero aceitó la maquinaria electoral interna y se alzó triunfador del proceso interno sobre izquierdistas tan serios como Alfonso Vélez Pliego (q.e.p.d).
Volviendo a la reciente elección, a mitad de la semana los dos candidatos a la dirigencia nacional, sostuvieron una reunión sin llegar a ningún acuerdo porque algunos se oponen al conteo voto por voto de cara a la ciudadanía y a los medios de comunicación, cuando en la elección del 2006 lo exigían airadamente.
El viernes santo los perredistas recibieron su condena a través de la carta abierta del líder moral perredista Cuauhtémoc Cárdenas quien sin tapujos decía: “…ante el lodazal en que se ha sumido el proceso y la rispidez de la confrontación entre los grupos que se proclaman ganadores…el Comité Técnico Electoral y la dirección formal del partido no tienen otro camino que declarar la anulación de las elecciones que se celebraron el pasado domingo 16”.
Para completar el cuadro, la legisladora perredista Valentina Batres y otros seguidores del López Obrador, piden la destitución de Ruth Zavaleta de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y de los coordinadores parlamentarios del PRD Carlos Navarrete en el Senado y Javier González Garza de los diputados, porque apoyan a Jesús Ortega y aprueban al presidente “espurio”.
La contienda perredista es realmente un fiasco, no sólo por las evidentes irregularidades, golpes, robos y agresiones verbales y físicas entre afines, sino porque constatamos que los baños de pureza que se daban en el 2006 eran puro teatro. Nunca mejor aplicado el dicho de “candil de la calle y oscuridad de su casa”.
Esto no representa una verdadera y auténtica izquierda para México; una izquierda democrática -como el nombre de su propio partido lo reza- que respeta a sus militantes y respeta a los ciudadanos sin coartar sus derechos de libre tránsito y movilidad y no los amenaza con cerrar aeropuertos, carreteras y calles para defender sus posturas.
La reflexión debe servir no solo para el PRD, su dirigencia y sus militantes. Debe hacernos reflexionar a todos los políticos ¿qué estamos haciendo en nuestros propios partidos y qué mensaje estamos enviando a la sociedad? El que esté libre de culpa….
En próximas fechas el PRI en Puebla renovará su dirigencia estatal y por lo menos la dirigencia en la capital del estado. Lo mismo realizaremos los panistas con la elección de nuevos consejeros estatales y de presidente del comité directivo municipal. La democracia no solo debe ser un punto de llegada, también cuenta el respeto permanente a los procesos y las formas. Es la oportunidad de ver si somos capaces de tener procesos democráticos internos que inspiren a los ciudadanos a creer en los políticos. El justo juez, por su casa empieza.
Comentarios diazgarcia2020@gmail.com
*Diputado Federal del Partido Acción Nacional
Por José Antonio Díaz García*
“¡Voto por voto, casilla por casilla…No podemos aceptar una regresión, un retroceso democrático. En la historia política reciente de nuestro país, abrir espacios para lograr elecciones libres, equitativas y limpias ha costado muchos sacrificios; inclusive, la vida de miles de mexicanos. No podemos aceptar que con la ilegalidad, el dinero y las trampas, un grupo de privilegiados quiera imponer a un presidente ilegítimo!”.
Con estas palabras Andrés Manuel López Obrador arengaba a sus seguidores concentrados en el Zócalo de la Ciudad de México aquel 16 de julio de 2006… A 20 meses de distancia, de aquellos airados discursos ¿Volverán a resonar en la garganta del ex candidato presidencial de la Coalición Por el Bien de Todos estas exigencias ante el desaseado proceso interno que acaba de vivir el PRD? ¿Les advertirá a sus correligionarios que las elecciones limpias, sin trampas, sin robo de urnas y sin violencia debieran realizarse empezando por ellos mismos? ¿O es mejor que se aplique la ley pero, en los bueyes de mi compadre?
El pasado 16 de marzo los afiliados al Partido del Sol Azteca acudieron a las urnas para elegir al nuevo dirigente nacional, a los estatales así como a los consejeros federales y locales.
Pero a 9 días de la elección, los perredistas no han logrado ponerse de acuerdo y se han metido en un laberinto que parece no tener una salida fácil, legal ni legítima. Aquellos que alardeaban calificando al Presidente Calderón de espurio y tachando el proceso electoral del 2006 de ilegítimo, no son capaces de llevar a cabo un ejercicio democrático libre de viejas y corruptas prácticas como el embarazo de urnas, el carrusel, el ratón loco, aprendidas de sus ancestros priístas, partido del que emergió el perredismo.
En los días siguientes a su elección, los resultados del conteo de actas se mantuvieron muy cerrados entre los dos principales contendientes a dirigir el PRD en el país. Por un lado el actual senador Jesús Ortega quien encabeza la corriente denominada Nueva Izquierda y por otro el ex jefe del gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, candidato del grupo Izquierda Unida y gallo de López Obrador.
Conforme pasaban las horas llegaban de los distintos estados de la República denuncias de anomalías y “marranadas” que empezaban a empañar la legitimidad de la contienda.
En el caso de Puebla simpatizantes de Izquierda Unida se quejaban del robo de urnas y la no instalación de más del 25 por ciento de las casillas, lo que según sus estatutos, exige una anulación inmediata de la elección. “Casualmente no se instalaron casillas en lugares que favorecerían a Alejandro Encinas a nivel nacional y al candidato Jorge Méndez Spínola, en el caso de la dirigencia estatal”, dijo la ex diputada del PRD Rosa María Avilés. En el PRD poblano estas prácticas no son nuevas; en 1998 el partido cooptado por el gobierno del estado –a través de Mario Marín Torres- impulsó la candidatura de Emilio Maurer, el cual con un poco de dinero aceitó la maquinaria electoral interna y se alzó triunfador del proceso interno sobre izquierdistas tan serios como Alfonso Vélez Pliego (q.e.p.d).
Volviendo a la reciente elección, a mitad de la semana los dos candidatos a la dirigencia nacional, sostuvieron una reunión sin llegar a ningún acuerdo porque algunos se oponen al conteo voto por voto de cara a la ciudadanía y a los medios de comunicación, cuando en la elección del 2006 lo exigían airadamente.
El viernes santo los perredistas recibieron su condena a través de la carta abierta del líder moral perredista Cuauhtémoc Cárdenas quien sin tapujos decía: “…ante el lodazal en que se ha sumido el proceso y la rispidez de la confrontación entre los grupos que se proclaman ganadores…el Comité Técnico Electoral y la dirección formal del partido no tienen otro camino que declarar la anulación de las elecciones que se celebraron el pasado domingo 16”.
Para completar el cuadro, la legisladora perredista Valentina Batres y otros seguidores del López Obrador, piden la destitución de Ruth Zavaleta de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y de los coordinadores parlamentarios del PRD Carlos Navarrete en el Senado y Javier González Garza de los diputados, porque apoyan a Jesús Ortega y aprueban al presidente “espurio”.
La contienda perredista es realmente un fiasco, no sólo por las evidentes irregularidades, golpes, robos y agresiones verbales y físicas entre afines, sino porque constatamos que los baños de pureza que se daban en el 2006 eran puro teatro. Nunca mejor aplicado el dicho de “candil de la calle y oscuridad de su casa”.
Esto no representa una verdadera y auténtica izquierda para México; una izquierda democrática -como el nombre de su propio partido lo reza- que respeta a sus militantes y respeta a los ciudadanos sin coartar sus derechos de libre tránsito y movilidad y no los amenaza con cerrar aeropuertos, carreteras y calles para defender sus posturas.
La reflexión debe servir no solo para el PRD, su dirigencia y sus militantes. Debe hacernos reflexionar a todos los políticos ¿qué estamos haciendo en nuestros propios partidos y qué mensaje estamos enviando a la sociedad? El que esté libre de culpa….
En próximas fechas el PRI en Puebla renovará su dirigencia estatal y por lo menos la dirigencia en la capital del estado. Lo mismo realizaremos los panistas con la elección de nuevos consejeros estatales y de presidente del comité directivo municipal. La democracia no solo debe ser un punto de llegada, también cuenta el respeto permanente a los procesos y las formas. Es la oportunidad de ver si somos capaces de tener procesos democráticos internos que inspiren a los ciudadanos a creer en los políticos. El justo juez, por su casa empieza.
Comentarios diazgarcia2020@gmail.com
*Diputado Federal del Partido Acción Nacional
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