El 1 de julio de este año terminó el periodo de transición y ya se aplica completamente la Ley General para el Control del Tabaco la cual fue aprobada por la Cámara de Diputados Federal en diciembre de 2007.
Esta legislación tuvo dos propósitos: proteger la salud de los no fumadores a partir de la creación de espacios públicos libres de humo y disminuir el consumo del tabaco ante las 165 muertes diarias de mexicanos por causas atribuibles al cigarro donde el 30.2% de los adultos son fumadores y el 36.1% de la población es fumador pasivo.
En la motivación de esta ley se planteó la evidencia científica sobre cómo la exposición al humo de tabaco de segunda mano (HTSM) entraña un riesgo para la salud, sin existir un nivel mínimo de exposición en el que este riesgo desaparezca. El HTSM causa enfermedades serias a niños y adultos, del mismo modo, existe evidencia irrefutable sobre el benéfico efecto protector de crear ambientes libres de humo de tabaco; estos espacios ya existen en la legislación de muchos países y son una realidad palpable con beneficios tangibles donde se han implementado.
De acuerdo con un documento del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) que evalúa 21 ciudades de la República, Puebla capital ocupa el segundo lugar en prevalencia de fumadores; 7.5 por ciento de sus adolescentes empezó a consumir tabaco diariamente antes de los 10 años, mientras que en Tapachula y Tijuana, tan sólo el 4.1 por ciento; además el 25.4 por ciento de los hombres fuma y de las mujeres el 25.2 por ciento.
Para implementar la nueva ley, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) de la Secretaría de Salud estableció como una primera regla la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados: edificios públicos (federales, estatales y municipales), restaurantes, bares y discotecas.
Los opositores a esta medida alegaron una baja en el ingreso de muchos restaurantes, cafeterías y lugares de recreación a los cuales la gente dejaría de asistir ante el impedimento de acompañar su taza de café, una buena charla o un buen baile, con un cigarro. Un grupo de fumadores con micrófono y reflector mediático, levantaron la voz al argumentar que esta ley atentaba contra su derecho a fumar y hubo todo un debate público.
¿Qué ha pasado a 15 meses de la aplicación de esta ley?
Consulta Mitofsky llevó a cabo una encuesta donde se observa una baja disminución en el número de personas que dejaron de fumar; el perfil del fumador según sus estudios es que cuatro de cada cinco fumadores en el país residen en zonas urbanas, 63 por ciento tiene estudios de secundaria o preparatoria y en general son hombres, jóvenes de nivel socioeconómico medio.
A mayor escolaridad mayor el hábito y entre mayor nivel económico aumenta la propensión al cigarrillo: 34 por ciento de los mexicanos de nivel socioeconómico alto son fumadores consumiendo en promedio 8 cigarrillos diarios.
La medición mensual de mayo de 2008 al mismo mes de 2009 arroja que la proporción de fumadores entre los mayores de 18 años no se ha reducido; el porcentaje de quienes se declaran fumadores varía entre 22 y 25 por ciento, sin tendencia a la baja, dato que coincide con las cifras del INEGI respecto al consumo de cigarro en Puebla mencionadas párrafos arriba.
Incluso las cigarreras han informado que las ventas del tabaco sólo han disminuido alrededor de un 10 por ciento, lo cual compensan con el aumento de un 10 o un 13 por ciento en el precio de las cajetillas de cigarro.
Aunque el propósito legislativo de bajar el nivel de consumo no ha sido contundente, el beneficio ha sido para los no fumadores quienes ahora pueden estar en espacios públicos sin respirar el humo de cigarro. De hecho comienza a ser costumbre ver a los consumidores sentarse en áreas asignadas o a la intemperie para satisfacer su deseo de fumar.
Esto es resultado de las transformaciones que una legislación promueve las cuales no siempre se perciben de inmediato pero al paso del tiempo generan un cambio en la convivencia a partir del respeto a los derechos de todos. Como mencioné, esta ley no pretendió coartar el derecho de los fumadores sino establecer en lugares públicos donde por ejemplo hay niños, áreas para unos y otros. Empieza a significar un cambio cultural el respeto al no fumador.
En Puebla no sólo los prestadores de servicios deberán acatar la nueva ley federal, sino también los industriales, empresas, gobiernos, tiendas de autorservicio, oficinas, bancos, hospitales y el transporte público.
La Asociación Poblana de Restaurantes y Prestadores de Servicios Asociación Civil logró una prórroga de seis meses para cumplir con las adecuaciones indicadas en la Ley General para el Control del Tabaco, y advierten que sólo 30 por ciento de los establecimientos podrán hacer las adecuaciones debido a la falta de recursos y a la crisis económica mundial. Esta es una medida que ya se había anunciado desde hace más de un año y es una inversión a futuro en la salud de la población.
Es claro que toda transformación tiene costos, no sólo económicos sino de cambio de actitud, quizá de comodidad para algunos, pero si es en pro de la salud, del respeto y de una sana convivencia, vale la pena pagarlo. Sigamos impulsando políticas públicas en beneficio de la salud de toda la población, y fortalezcamos esta nueva cultura del respeto a los que no quieren respirar humo de tabaco.
Esta legislación tuvo dos propósitos: proteger la salud de los no fumadores a partir de la creación de espacios públicos libres de humo y disminuir el consumo del tabaco ante las 165 muertes diarias de mexicanos por causas atribuibles al cigarro donde el 30.2% de los adultos son fumadores y el 36.1% de la población es fumador pasivo.
En la motivación de esta ley se planteó la evidencia científica sobre cómo la exposición al humo de tabaco de segunda mano (HTSM) entraña un riesgo para la salud, sin existir un nivel mínimo de exposición en el que este riesgo desaparezca. El HTSM causa enfermedades serias a niños y adultos, del mismo modo, existe evidencia irrefutable sobre el benéfico efecto protector de crear ambientes libres de humo de tabaco; estos espacios ya existen en la legislación de muchos países y son una realidad palpable con beneficios tangibles donde se han implementado.
De acuerdo con un documento del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) que evalúa 21 ciudades de la República, Puebla capital ocupa el segundo lugar en prevalencia de fumadores; 7.5 por ciento de sus adolescentes empezó a consumir tabaco diariamente antes de los 10 años, mientras que en Tapachula y Tijuana, tan sólo el 4.1 por ciento; además el 25.4 por ciento de los hombres fuma y de las mujeres el 25.2 por ciento.
Para implementar la nueva ley, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) de la Secretaría de Salud estableció como una primera regla la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados: edificios públicos (federales, estatales y municipales), restaurantes, bares y discotecas.
Los opositores a esta medida alegaron una baja en el ingreso de muchos restaurantes, cafeterías y lugares de recreación a los cuales la gente dejaría de asistir ante el impedimento de acompañar su taza de café, una buena charla o un buen baile, con un cigarro. Un grupo de fumadores con micrófono y reflector mediático, levantaron la voz al argumentar que esta ley atentaba contra su derecho a fumar y hubo todo un debate público.
¿Qué ha pasado a 15 meses de la aplicación de esta ley?
Consulta Mitofsky llevó a cabo una encuesta donde se observa una baja disminución en el número de personas que dejaron de fumar; el perfil del fumador según sus estudios es que cuatro de cada cinco fumadores en el país residen en zonas urbanas, 63 por ciento tiene estudios de secundaria o preparatoria y en general son hombres, jóvenes de nivel socioeconómico medio.
A mayor escolaridad mayor el hábito y entre mayor nivel económico aumenta la propensión al cigarrillo: 34 por ciento de los mexicanos de nivel socioeconómico alto son fumadores consumiendo en promedio 8 cigarrillos diarios.
La medición mensual de mayo de 2008 al mismo mes de 2009 arroja que la proporción de fumadores entre los mayores de 18 años no se ha reducido; el porcentaje de quienes se declaran fumadores varía entre 22 y 25 por ciento, sin tendencia a la baja, dato que coincide con las cifras del INEGI respecto al consumo de cigarro en Puebla mencionadas párrafos arriba.
Incluso las cigarreras han informado que las ventas del tabaco sólo han disminuido alrededor de un 10 por ciento, lo cual compensan con el aumento de un 10 o un 13 por ciento en el precio de las cajetillas de cigarro.
Aunque el propósito legislativo de bajar el nivel de consumo no ha sido contundente, el beneficio ha sido para los no fumadores quienes ahora pueden estar en espacios públicos sin respirar el humo de cigarro. De hecho comienza a ser costumbre ver a los consumidores sentarse en áreas asignadas o a la intemperie para satisfacer su deseo de fumar.
Esto es resultado de las transformaciones que una legislación promueve las cuales no siempre se perciben de inmediato pero al paso del tiempo generan un cambio en la convivencia a partir del respeto a los derechos de todos. Como mencioné, esta ley no pretendió coartar el derecho de los fumadores sino establecer en lugares públicos donde por ejemplo hay niños, áreas para unos y otros. Empieza a significar un cambio cultural el respeto al no fumador.
En Puebla no sólo los prestadores de servicios deberán acatar la nueva ley federal, sino también los industriales, empresas, gobiernos, tiendas de autorservicio, oficinas, bancos, hospitales y el transporte público.
La Asociación Poblana de Restaurantes y Prestadores de Servicios Asociación Civil logró una prórroga de seis meses para cumplir con las adecuaciones indicadas en la Ley General para el Control del Tabaco, y advierten que sólo 30 por ciento de los establecimientos podrán hacer las adecuaciones debido a la falta de recursos y a la crisis económica mundial. Esta es una medida que ya se había anunciado desde hace más de un año y es una inversión a futuro en la salud de la población.
Es claro que toda transformación tiene costos, no sólo económicos sino de cambio de actitud, quizá de comodidad para algunos, pero si es en pro de la salud, del respeto y de una sana convivencia, vale la pena pagarlo. Sigamos impulsando políticas públicas en beneficio de la salud de toda la población, y fortalezcamos esta nueva cultura del respeto a los que no quieren respirar humo de tabaco.