* Por José Antonio Díaz García
En memoria de Nuria Roca Pontón QEPD
En memoria de Nuria Roca Pontón QEPD
El 2 de julio se erigió como una fecha emblemática en México luego de las elecciones del 2000 y el 2006. Ahora será una fecha que el mundo recordará en la historia, luego de la liberación, sin balas y sin sangre, de 15 rehenes secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos Ingrid Betancourt, ex candidata presidencial de Colombia plagiada hace 6 años 4 meses.
Junto con ella, fueron rescatadas otras 14 personas, entre ellas tres norteamericanos y once colombianos, estos últimos en su mayoría militares. Como han narrado durante estos días los medios de comunicación de todo el mundo, fue una operación basada en la infiltración de las FARC por parte del Ejército y el gobierno colombianos, y en la información aportada por desertores de la guerrilla o plagiados que lograron huir y narrar los movimientos logísticos, geográficos y operativos de los rebeldes.
Otro factor que contribuyó fue la fractura al interior de la guerrilla luego de la muerte de sus dos cabezas: Raúl Reyes caído en Ecuador el primero de marzo y Manuel Marulanda alias Tirofijo quien -según informaron las FARC- falleció de muerte natural hace un par de semanas. Los norteamericanos no han querido quedarse sin medalla y han difundido que su asistencia en materia de inteligencia militar y espionaje interviniendo teléfonos satelitales de los líderes guerrilleros, facilitó la operación.
No han faltado rumores pretendiendo descalificar la hazaña los cuales dicen que el rescate de Betancourt costó 20 millones de dólares y que la liberación fue pactada. Sin embargo, el ejército colombiano difundió un video que capta algunos momentos del operativo donde no se observan elementos que confirmen esta versión.
Sin embargo, más allá de este rescate de película al que sin duda hay que reconocerle el mérito de que no hubo muertos ni corrió sangre inocente como en operativos anteriores, me pregunto ¿Qué mantiene vivos y con esperanza a quienes llevan dos, tres, seis, diez o más años en cautiverio en condiciones deplorables? ¿Qué mantuvo con vida y esperanza a Ingrid y a estos 14 liberados?
En sus primeras declaraciones recién puesta en libertad, Ingrid narraba que en la madrugada de ese día rezó el rosario como frecuentemente lo hacía: “A mí se me sale la voz porque estoy muy, muy emocionada. Acompáñenme, primero, a darle gracias a Dios, a la Virgen. Mucho le recé. Mucho me imagine este momento con mi mamita (nos más llanto). A Dios, primero; segundo, a todos ustedes que me acompañaron en sus oraciones, que pensaron en mí, que me tuvieron en su corazón, así fuera por un momentito; que, de pronto, sintieron compasión por nosotros los secuestrados…”
Hace unos meses el diario español El Mundo recogía información sobre los secuestrados por las FARC y señalaba cómo los tres videos y las pocas cartas enviadas como pruebas de que Ingrid seguía viva, así como los testimonios de las liberadas Consuelo González y Clara Rojas, la mostraban como una mujer de fe inquebrantable en Dios, que rezaba el rosario todos los sábados al mediodía para unirse a su madre en la oración, y de una dignidad y valentía admirables, a prueba de torturas físicas y psicológicas.
En las declaraciones de Ingrid encuentro dos elementos claves para la supervivencia: la fe y la oración, independientemente del credo que se profese, así como saber que alguien te recuerda, te espera, le eres importante.
Estos dos elementos los plasma con gran realismo el judío Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido, quien a partir de la cruda, inhumana e inimaginable experiencia que vivió en un campo de concentración nazi, logró sobrevivir asiéndose al recuerdo y al amor de su esposa, a pesar de que ella había muerto. Tal fue la experiencia de supervivencia y aprendizaje de él y los miles de seres humanos con los que convivió en condiciones extremas, que fundó la logoterapia, una corriente de la psicología basada en encontrar un sentido, un significado a la vida.
Dice Frankl en el libro citado: “En el campo de concentración todas las circunstancias conspiran para conseguir que el prisionero pierda sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es la última de las libertades humanas, es decir, la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”.
Viene a mi mente la película Sueños de Fuga que con gran elocuencia refleja cómo el hombre puede ser privado de su libertad física, mas no de su libertad interior. Y me parece que es el caso de Ingrid, de los liberados y quizá de los más de tres mil secuestrados que aún permanecen en cautiverio.
Un rosario, un diccionario y la unidad espiritual con su familia mantuvieron a Ingrid con vida. Como diría un jesuita que acaba de escribir sobre estos acontecimientos: la fe y la palabra le dieron aliento.
Más allá de su carrera política y la de sus padres, de sus estudios y de su candidatura presidencial, los pilares que la sostuvieron son más fuertes y profundos. Vale la pena también observar la perseverancia de la madre de Ingrid, quien no solo le heredó la fe sino que además nunca se rindió y luchó junto con ella.
Ahora se suma el anhelo de paz que nadie mejor que los hoy liberados podrán impulsar. Incluso ella ha anunciado una cruzada para desarmar a las FARC haciendo un llamado a los presidentes de la región como Chávez de Venezuela, Correa de Ecuador y Cristina Fernández de Argentina a que tiendan puentes de diálogo y negociación para dejar atrás el camino de la violencia.
Y pregunto a los que somos mexicanos: ¿qué valores nos mueven a los políticos, a los ciudadanos, a los empresarios, a los sindicatos, a los gremios profesionales, a los jóvenes para luchar y cumplir nuestros objetivos venciendo los obstáculos y evitando que nos secuestre la indiferencia, la avaricia, la ambición de poder y la injusticia?
Concluyo parafraseando a Frankl ¿Qué es en realidad el hombre? Es el ser que decide lo que es. Es el ser que ha inventado el secuestro como mecanismo de presión, la guerra para saciar sus intereses económicos, la violencia para amedrentar sin dialogar ni negociar, “es el que ha inventado las cámaras de gas, …pero asimismo es el ser que entra en ellas con paso firme musitando una oración”.
Junto con ella, fueron rescatadas otras 14 personas, entre ellas tres norteamericanos y once colombianos, estos últimos en su mayoría militares. Como han narrado durante estos días los medios de comunicación de todo el mundo, fue una operación basada en la infiltración de las FARC por parte del Ejército y el gobierno colombianos, y en la información aportada por desertores de la guerrilla o plagiados que lograron huir y narrar los movimientos logísticos, geográficos y operativos de los rebeldes.
Otro factor que contribuyó fue la fractura al interior de la guerrilla luego de la muerte de sus dos cabezas: Raúl Reyes caído en Ecuador el primero de marzo y Manuel Marulanda alias Tirofijo quien -según informaron las FARC- falleció de muerte natural hace un par de semanas. Los norteamericanos no han querido quedarse sin medalla y han difundido que su asistencia en materia de inteligencia militar y espionaje interviniendo teléfonos satelitales de los líderes guerrilleros, facilitó la operación.
No han faltado rumores pretendiendo descalificar la hazaña los cuales dicen que el rescate de Betancourt costó 20 millones de dólares y que la liberación fue pactada. Sin embargo, el ejército colombiano difundió un video que capta algunos momentos del operativo donde no se observan elementos que confirmen esta versión.
Sin embargo, más allá de este rescate de película al que sin duda hay que reconocerle el mérito de que no hubo muertos ni corrió sangre inocente como en operativos anteriores, me pregunto ¿Qué mantiene vivos y con esperanza a quienes llevan dos, tres, seis, diez o más años en cautiverio en condiciones deplorables? ¿Qué mantuvo con vida y esperanza a Ingrid y a estos 14 liberados?
En sus primeras declaraciones recién puesta en libertad, Ingrid narraba que en la madrugada de ese día rezó el rosario como frecuentemente lo hacía: “A mí se me sale la voz porque estoy muy, muy emocionada. Acompáñenme, primero, a darle gracias a Dios, a la Virgen. Mucho le recé. Mucho me imagine este momento con mi mamita (nos más llanto). A Dios, primero; segundo, a todos ustedes que me acompañaron en sus oraciones, que pensaron en mí, que me tuvieron en su corazón, así fuera por un momentito; que, de pronto, sintieron compasión por nosotros los secuestrados…”
Hace unos meses el diario español El Mundo recogía información sobre los secuestrados por las FARC y señalaba cómo los tres videos y las pocas cartas enviadas como pruebas de que Ingrid seguía viva, así como los testimonios de las liberadas Consuelo González y Clara Rojas, la mostraban como una mujer de fe inquebrantable en Dios, que rezaba el rosario todos los sábados al mediodía para unirse a su madre en la oración, y de una dignidad y valentía admirables, a prueba de torturas físicas y psicológicas.
En las declaraciones de Ingrid encuentro dos elementos claves para la supervivencia: la fe y la oración, independientemente del credo que se profese, así como saber que alguien te recuerda, te espera, le eres importante.
Estos dos elementos los plasma con gran realismo el judío Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido, quien a partir de la cruda, inhumana e inimaginable experiencia que vivió en un campo de concentración nazi, logró sobrevivir asiéndose al recuerdo y al amor de su esposa, a pesar de que ella había muerto. Tal fue la experiencia de supervivencia y aprendizaje de él y los miles de seres humanos con los que convivió en condiciones extremas, que fundó la logoterapia, una corriente de la psicología basada en encontrar un sentido, un significado a la vida.
Dice Frankl en el libro citado: “En el campo de concentración todas las circunstancias conspiran para conseguir que el prisionero pierda sus asideros. Todas las metas de la vida familiar han sido arrancadas de cuajo, lo único que resta es la última de las libertades humanas, es decir, la capacidad de elegir la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”.
Viene a mi mente la película Sueños de Fuga que con gran elocuencia refleja cómo el hombre puede ser privado de su libertad física, mas no de su libertad interior. Y me parece que es el caso de Ingrid, de los liberados y quizá de los más de tres mil secuestrados que aún permanecen en cautiverio.
Un rosario, un diccionario y la unidad espiritual con su familia mantuvieron a Ingrid con vida. Como diría un jesuita que acaba de escribir sobre estos acontecimientos: la fe y la palabra le dieron aliento.
Más allá de su carrera política y la de sus padres, de sus estudios y de su candidatura presidencial, los pilares que la sostuvieron son más fuertes y profundos. Vale la pena también observar la perseverancia de la madre de Ingrid, quien no solo le heredó la fe sino que además nunca se rindió y luchó junto con ella.
Ahora se suma el anhelo de paz que nadie mejor que los hoy liberados podrán impulsar. Incluso ella ha anunciado una cruzada para desarmar a las FARC haciendo un llamado a los presidentes de la región como Chávez de Venezuela, Correa de Ecuador y Cristina Fernández de Argentina a que tiendan puentes de diálogo y negociación para dejar atrás el camino de la violencia.
Y pregunto a los que somos mexicanos: ¿qué valores nos mueven a los políticos, a los ciudadanos, a los empresarios, a los sindicatos, a los gremios profesionales, a los jóvenes para luchar y cumplir nuestros objetivos venciendo los obstáculos y evitando que nos secuestre la indiferencia, la avaricia, la ambición de poder y la injusticia?
Concluyo parafraseando a Frankl ¿Qué es en realidad el hombre? Es el ser que decide lo que es. Es el ser que ha inventado el secuestro como mecanismo de presión, la guerra para saciar sus intereses económicos, la violencia para amedrentar sin dialogar ni negociar, “es el que ha inventado las cámaras de gas, …pero asimismo es el ser que entra en ellas con paso firme musitando una oración”.
Comentarios diazgarcia2020@gmail.com
http://www.diazgarcia2020.blogspot.com/
* Diputado Federal por el Partido Acción Nacional
1 comentario:
La fuerza de la palabra. La fuerza de la oración. Interesantes reflexiones. Tú y yo lo sabemos: Nosotros que tenemos el privilegio de la voz y de tener una tribuna dónde alzarla, también tenemos que aportarla generosamente para gritar por aquellos que están acallados: los secuestrados, los violentados, los abortados. Voz contra la injusticia y oración para tener fortaleza. Muy bien, Tony, un artículo muy certero, incisivo, emotivo y esperanzador. Pasa este artículo a tu blog de diputadospan, compartelo. Ciao. Morgana.
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