martes, 18 de agosto de 2009

La esperanza perdida


El viernes pasado, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), difundió su segundo informe trimestral sobre las condiciones laborales y de ingreso de los trabajadores del país, con datos críticos relacionados con el estado de Puebla.

Nuestra entidad, ocupa el primer lugar a nivel nacional en lo que se refiere a las peores condiciones de protección y prestaciones para los trabajadores, debido a que 62.1 por ciento de los empleados no cuenta con ellas. Esta cifra se encuentra 21 puntos arriba del promedio nacional, el cual es de 41 por ciento de trabajadores remunerados que no tienen acceso a las prestaciones labores estipuladas por ley como la seguridad social y de salud.

El panorama empeora cuando nos comparamos con estados como Coahuila, Nuevo León o Baja California Sur (gobernados por el PRI y el PRD) cuyo porcentaje de trabajadores sin acceso a dichas prestaciones se encuentran entre 24 y 27 por ciento, es decir casi tres veces menos que en Puebla.

Otro dato desalentador, es el índice de desempleo que si bien a nivel país ha crecido por la situación económica mundial y regional que enfrentamos y se encuentra en 5.17 por ciento, en Puebla es de 100 mil personas sin trabajo, es decir, 4.83 por ciento de desocupación, siendo ésta la tasa más alta en los últimos nueve años.

En un año, la tasa desestacionalizada –aquella que descarta datos extremos para un mejor comparativo— pasó de 3.3 al 4.83 mencionado, siendo la tasa de desocupación abierta de 4.4 por ciento.

En un comparativo de más corto plazo, como es del primero al segundo trimestre de 2009, Puebla reportó 7 mil 928 desempleados menos al pasar de 107 mil 819 a 99 mil 891 mil personas que declararon no contar con un puesto de trabajo, es decir el desempleo bajó un 7.35%.

En lo que refiere al empleo informal, Puebla vuelve a ocupar los porcentajes más altos con un 34.5 por ciento de la población que recibe ingresos por esta vía que, comparado con la media nacional de 28.1, queda muy por arriba. Asimismo comparando las cifras del segundo trimestre del 2008 con las de 2009, el ingreso por empleos informales aumentó.

Finalmente el indicador de la subocupación el cual refiere el porcentaje de la población ocupada pero con disponibilidad para ofertar más tiempo de trabajo, alcanzó el 6.2 por ciento, el cual se encuentra ligeramente debajo del promedio nacional que es de 6.8 por ciento.

Las cifras y los indicadores proporcionan datos comparables para evaluar, analizar y obtener conclusiones sobre la realidad, sin embargo estos son inútiles si evadimos dos aspectos clave: lo que significan las cifras y qué se puede hacer a partir de ellas.

Con relación al primero, no podemos olvidar que detrás de esos números hay personas con nombre y apellido que viven una situación de angustia ante la falta de un ingreso, ante la carencia de prestaciones que les den seguridad social y ante la incertidumbre de tener –la mayoría de ellos- una familia a la que alimentar, entiéndase alimentar como un concepto amplio y aglutinante de todas las actividades relacionadas con la manutención de un hogar.

En cuanto al segundo aspecto a considerar, estas cifras no deben quedar en el tintero sino aprovecharse para tomar decisiones y cambiar el rumbo en proyectos no funcionales para reactivar la economía de un estado.

Es el caso de la Célula y el Centro Expositor que hasta el momento no han servido para detonar la economía, se han retrasado en su construcción y son -parafraseando a la Asociación de Empresas de la Construcción (AECO)- unos elefantes blancos que han costado mucho y no han servido de nada.

De hecho según publicaron algunos medios de comunicación, la AECO cuestionó la "falta de visión y administración" del gobierno de Mario Marín Torres durante una reunión con el titular de la Secretaría de Finanzas y Administración (SFA), Gerardo Pérez Salazar.

Los empresarios de la construcción insisten en que La Célula - puerto interior de carga y centro logístico intermodal ubicado en Oriental y Tepeyahualco- y el Centro Expositor –recinto ferial en la zona de los Fuertes-, no están siendo el detonador económico que se proyectó y expresaron su malestar ante el intento del gobierno estatal de contratar a una empresa de Nuevo León para promocionar y administrar La Célula, con una inversión de 50 millones de dólares, en vez de licitarla entre empresas de la región.

Con respecto al Centro Expositor, a mediados del 2007 el titular de las finanzas del estado, dio a conocer que el periodo estimado de ejecución llevaría entre 14 y 15 meses con una inversión de 5 millones 825 mil pesos para el proyecto, 105 millones 31 mil pesos para obras preeliminares y 332 millones 894 mil pesos en obra civil como cimentación, estructura de concreto y fachada. Hasta abril de este año, casi dos años después del anuncio, el recinto apenas registraba 45 por ciento de avance.

Está claro que el gobierno del estado está empecinado en impulsar elefantes blancos que no contribuyen a impulsar la economía y, así ayudar a sacar adelante a los poblanos de la crisis, está claro también que la falta de un amplio acuerdo entre gobierno del estado y sociedad a través de sus cuerpos intermedios -como la AECO y otras organizaciones empresariales, las universidades, las organizaciones de la sociedad civil etc.- genera falta de sinergias que guíen a gobierno y sociedad a trabajar con un mismo rumbo. La falta de autoridad moral, de liderazgo y la pérdida de legitimidad en el ejercicio del poder del gobierno encabezado por Mario Marín tiene a Puebla en el lugar que nos merecemos.

Todos sabemos que la situación económica mundial es crítica, que el desempleo, los paros técnicos y el cierre de empresas es una realidad no sólo nacional sino mundial. Sin embargo, estas razones no deben ser un pretexto para evadir la puesta en marcha de un plan económico estatal que atienda las necesidades específicas de nuestra entidad, realice proyectos eficaces, pero que también se apriete el cinturón en el gasto público para enfrentar de mejor manera esta etapa compleja de la economía. Desgraciadamente cuatro años y medio de gestión marinista ya hicieron mella en la sociedad, perdimos la esperanza en el gobierno del estado, perdimos la también la oportunidad de reposicionar a Puebla y de que los que aquí nacimos y aquí vivimos podamos aspirar a mejores condiciones de vida, las cifras y las acciones así lo demuestran.

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