Para los inocentes fallecidos en Hermosillo
La semana pasada nos sorprendió un fatal accidente: la muerte de 38 niños en una guardería del Instituto Mexicano de Seguro Social en Hermosillo Sonora.
La muerte es tan común y cotidiana pero tan inesperada y determinante, que incluso aunque no sean nuestros seres queridos los fallecidos en esta tragedia, nos conmociona profundamente. Más aún cuando los que perdieron la vida son niños en quienes los padres depositan sus ilusiones, su empeño, su esfuerzo.
Envío, un sentido pésame a los papás, hermanos y parientes de estos niñas y niñas porque sé que hoy llevan a cuestas un profundo dolor por la pérdida y por la tremenda muerte que alcanzó a sus hijos.
Hasta ayer lunes habían fallecido 44 pequeños entre los que murieron cuando se desataron las llamas y los que perdieron la vida en el hospital por graves quemaduras. Hay 22 más internados en Guadalajara, Hermosillo y Estados Unidos, de los cuales 12 se encuentran en situación crítica. El viernes 5 de junio, día del accidente, en la guardería estaban cerca de 140 niños entre 11 meses y cuatro años de edad.
Alrededor de esta desgracia, surgen muchas preguntas que las autoridades y los medios han planteado; algunas ya se han desahogado, otras encontrarán respuesta con las investigaciones en curso; sin embargo será fundamental tomar de esta terrible experiencia, compromisos claros y contundentes para humanizar las instituciones y ser mucho más estrictos en las medidas de seguridad e higiene más aún cuando se trata de la salud y la vida de los niños y niñas.
A pesar de la revisión de rigor que el IMSS realizó en esta guardería el pasado 26 de mayo, ¿por qué no se señaló que la puerta de emergencia no servía y por qué no advirtió el riesgo que implicaban negocios colindantes con la estancia infantil como son la gasolinera a unos cuantos metros, un establecimiento de llantas y una bodega de autos?
Es probable que cuando se abrió esta guardería en el 2001, ninguno de estos negocios existía; de cualquier forma hoy sí estaban y hasta el momento no se ha dicho que la evaluación de hace 15 días, lo reportara como un tema de cuidado.
Al interior no había hacinamiento pues el galerón era grande; sin embargo, los extintores no eran suficientes y no se necesita conocer mucho de reglamentos para suponer que una nave industrial construida con materiales altamente inflamables, no es un lugar seguro para niños que en su mayoría, ni siquiera están en edad de caminar o correr en caso de una emergencia.
¿Quién es culpable de esta tragedia? ¿Hubo negligencia?
A nivel federal el director del IMSS Daniel Karam, señala al Departamento de Bomberos de Hermosillo como el responsable de verificar la seguridad de la guardería “ABC” y asegura que de acuerdo al reglamento, los supervisores del Seguro Social únicamente revisan los reportes proporcionados por el municipio junto con el Plan de Protección Civil que debe llevar el visto bueno de la autoridad competente.
Se ha comentado que los dueños de esta guardería ocupan cargos en el gobierno estatal o están emparentados con funcionarios estatales y hasta con la esposa del Presidente Calderón; veremos qué arrojan las investigaciones; a nivel municipal habrá que revisar los criterios y planes de Protección Civil porque pueden estar en riesgo no sólo otras guarderías, sino escuelas y espacios recreativos o de gran afluencia.
¿Fue sólo un accidente? ¿Qué debemos aprender y qué debemos modificar para evitarlo?
Son claras las debilidades de una institución que si bien ha prestado servicios de salud y atención social a los más diversos grupos de la población, podría estar mucho mejor si los gobiernos del pasado y su sindicato, no la hubieran exprimido y quebrado.
El Presidente Calderón ha ordenado una investigación exhaustiva caiga quien caiga; pero más allá de esta que desde luego es indispensable, hay que revisar los mecanismos de licitación, los reglamentos y su aplicación puntual porque de qué sirve tenerlos si no se cumplen o peor aún, tenerlos pero sin actualizarlos y evaluar si funcionan.
Como aprendimos con el tema de la influenza humana, donde hubo una reacción oportuna de los gobiernos federal y estatales, las medidas de seguridad, salud, higiene y limpieza deben ser un hábito y en los espacios públicos como las escuelas, oficinas, restaurantes, centros deportivos, cines, debe ser una obligación que asuman las empresas públicas y privadas. Por su parte, las autoridades en todos los niveles deben exigir de forma puntual y estricta, el cumplimiento de las medidas de seguridad e higiene, sobretodo de los espacios donde acuden niños.
Como padres de familia podemos organizarnos y revisar con los responsables de las guarderías y colegios a los que acuden nuestros hijos, si se cumplen las medidas necesarias para garantizar su protección y minimizar los riesgos. Humanamente no podemos evitar la sorpresa de la muerte, pero sí podemos prevenir y seguir perfeccionando los sistemas de salud y seguridad social de México, donde a diferencia de otros países las personas sí se mueren por negligencia.
La muerte es tan común y cotidiana pero tan inesperada y determinante, que incluso aunque no sean nuestros seres queridos los fallecidos en esta tragedia, nos conmociona profundamente. Más aún cuando los que perdieron la vida son niños en quienes los padres depositan sus ilusiones, su empeño, su esfuerzo.
Envío, un sentido pésame a los papás, hermanos y parientes de estos niñas y niñas porque sé que hoy llevan a cuestas un profundo dolor por la pérdida y por la tremenda muerte que alcanzó a sus hijos.
Hasta ayer lunes habían fallecido 44 pequeños entre los que murieron cuando se desataron las llamas y los que perdieron la vida en el hospital por graves quemaduras. Hay 22 más internados en Guadalajara, Hermosillo y Estados Unidos, de los cuales 12 se encuentran en situación crítica. El viernes 5 de junio, día del accidente, en la guardería estaban cerca de 140 niños entre 11 meses y cuatro años de edad.
Alrededor de esta desgracia, surgen muchas preguntas que las autoridades y los medios han planteado; algunas ya se han desahogado, otras encontrarán respuesta con las investigaciones en curso; sin embargo será fundamental tomar de esta terrible experiencia, compromisos claros y contundentes para humanizar las instituciones y ser mucho más estrictos en las medidas de seguridad e higiene más aún cuando se trata de la salud y la vida de los niños y niñas.
A pesar de la revisión de rigor que el IMSS realizó en esta guardería el pasado 26 de mayo, ¿por qué no se señaló que la puerta de emergencia no servía y por qué no advirtió el riesgo que implicaban negocios colindantes con la estancia infantil como son la gasolinera a unos cuantos metros, un establecimiento de llantas y una bodega de autos?
Es probable que cuando se abrió esta guardería en el 2001, ninguno de estos negocios existía; de cualquier forma hoy sí estaban y hasta el momento no se ha dicho que la evaluación de hace 15 días, lo reportara como un tema de cuidado.
Al interior no había hacinamiento pues el galerón era grande; sin embargo, los extintores no eran suficientes y no se necesita conocer mucho de reglamentos para suponer que una nave industrial construida con materiales altamente inflamables, no es un lugar seguro para niños que en su mayoría, ni siquiera están en edad de caminar o correr en caso de una emergencia.
¿Quién es culpable de esta tragedia? ¿Hubo negligencia?
A nivel federal el director del IMSS Daniel Karam, señala al Departamento de Bomberos de Hermosillo como el responsable de verificar la seguridad de la guardería “ABC” y asegura que de acuerdo al reglamento, los supervisores del Seguro Social únicamente revisan los reportes proporcionados por el municipio junto con el Plan de Protección Civil que debe llevar el visto bueno de la autoridad competente.
Se ha comentado que los dueños de esta guardería ocupan cargos en el gobierno estatal o están emparentados con funcionarios estatales y hasta con la esposa del Presidente Calderón; veremos qué arrojan las investigaciones; a nivel municipal habrá que revisar los criterios y planes de Protección Civil porque pueden estar en riesgo no sólo otras guarderías, sino escuelas y espacios recreativos o de gran afluencia.
¿Fue sólo un accidente? ¿Qué debemos aprender y qué debemos modificar para evitarlo?
Son claras las debilidades de una institución que si bien ha prestado servicios de salud y atención social a los más diversos grupos de la población, podría estar mucho mejor si los gobiernos del pasado y su sindicato, no la hubieran exprimido y quebrado.
El Presidente Calderón ha ordenado una investigación exhaustiva caiga quien caiga; pero más allá de esta que desde luego es indispensable, hay que revisar los mecanismos de licitación, los reglamentos y su aplicación puntual porque de qué sirve tenerlos si no se cumplen o peor aún, tenerlos pero sin actualizarlos y evaluar si funcionan.
Como aprendimos con el tema de la influenza humana, donde hubo una reacción oportuna de los gobiernos federal y estatales, las medidas de seguridad, salud, higiene y limpieza deben ser un hábito y en los espacios públicos como las escuelas, oficinas, restaurantes, centros deportivos, cines, debe ser una obligación que asuman las empresas públicas y privadas. Por su parte, las autoridades en todos los niveles deben exigir de forma puntual y estricta, el cumplimiento de las medidas de seguridad e higiene, sobretodo de los espacios donde acuden niños.
Como padres de familia podemos organizarnos y revisar con los responsables de las guarderías y colegios a los que acuden nuestros hijos, si se cumplen las medidas necesarias para garantizar su protección y minimizar los riesgos. Humanamente no podemos evitar la sorpresa de la muerte, pero sí podemos prevenir y seguir perfeccionando los sistemas de salud y seguridad social de México, donde a diferencia de otros países las personas sí se mueren por negligencia.
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