“¿Dónde hemos de ir?, ¿cuáles son los valores sobre los cuales regularnos?, ¿cuáles son los valores en que podemos educar a los jóvenes?”
Así hablaba la noche del sábado pasado el Papa Benedicto XVI; sus palabras resonaban durante la celebración de la Pascua que para los cristianos – como en su momento fue para los judíos- representa la liberación, el paso de la muerte a la vida.
Así hablaba la noche del sábado pasado el Papa Benedicto XVI; sus palabras resonaban durante la celebración de la Pascua que para los cristianos – como en su momento fue para los judíos- representa la liberación, el paso de la muerte a la vida.
Independientemente de las creencias religiosas personales, qué oportunas son las palabras como renovación, resurrección, liberación y valores las cuales no sólo nos abren un importante espacio de reflexión, sino también la posibilidad de actuar distinto, de pensar distinto, de ser distinto.
¿A dónde ir?, es una pregunta constante en nuestra vida, desde que elegimos carrera, pareja, amigos, gustos, modo de vida, formas de relacionarnos así como compromisos adquiridos a través del trabajo o de alguna actividad voluntaria. Incluso cuando esas elecciones no dieron el fruto esperado, cuando no contamos con un empleo estable o cuando la enfermedad o el dolor se hacen presentes, esta pregunta sigue latente porque como seres humanos no podemos eludir por qué y para qué existimos.
Estos cuestionamientos permanentes se hacen más profundos cuando nuestros hijos comienzan a hacerse estas preguntas, que si bien tendrán que ir resolviendo por ellos mismos, buscan en los padres un referente de orientación o, por desgracia, en ocasiones de desorientación.
Por ello es interesante el planteamiento que hace el líder de la Iglesia Católica con relación a los valores en que se puede educar a los jóvenes. Si bien la historia y la cultura van dando un peso distinto a unos valores que a otros, nos toca analizar las circunstancias en que vivimos para fomentar modos de vida y de relación que abonen positivamente a nuestra realidad, planteándonos la posibilidad siempre abierta de actuar diferente, de ser diferente, de mejorar.
La última Encuesta Mundial de Valores realizada en 2006 en 81 países, arrojó un predominio de los valores post materialistas sobre los materialistas de la llamada Modernidad. En ésta, el crecimiento económico era, en general, el principal objetivo social junto con la búsqueda del logro económico individual. Luego, en la llamada época post materialista, los individuos valoran más el medio ambiente, el bienestar individual, la calidad de vida y la autorrealización.
¿Qué conviene ahora en este momento de México y el mundo donde está presente una fuerte crisis económica, entre otras cosas, por falta de valores en algunos ambiciosos que jugaron a la especulación y al engaño? ¿Hacia dónde debemos ir ahora que somos un planeta globalizado donde lo que le pase a unos nos afecta a todos? ¿Qué valores debemos fomentar en nuestro país cuando estamos a 3 meses de que haya elecciones?
Pienso que ante estos escenarios, hay 3 valores que podemos destacar y promover –sin imponer- con los hijos y como ciudadanos: la cooperación, la honestidad y el compromiso.
Con relación al primero, podría parecer una obviedad pero como lo decían recientemente los presidentes del G-20 reunidos en Londres, ningún país puede resolver por sí solo problemas globales como la recesión, el terrorismo internacional, el cambio climático o la proliferación nuclear, los cuales son desafíos comunes que a todos nos afectan. A menor escala, la cooperación entre los miembros de una familia desde las pequeñas cosas como ayudar en casa, o apoyarse entre hermanos con la tarea, es una forma concreta de ir practicando este valor.
Con relación a la honestidad y el compromiso hay mucho que enseñar en casa para evitar que aumente el índice de mexicanos desinteresados en la política y en lo que sucede en su entorno. De acuerdo a la última Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (2005) nueve de cada 10 mexicanos dijeron estar “poco o nada interesados” en la política. Sin embargo, 64% de los entrevistados considera que en el futuro, sus hijos tendrán mejores oportunidades educativas, mejores oportunidades de trabajo y mejores servicios de salud. Es curioso que los ciudadanos rechacen la política cuando su principal función es lograr esas mejores condiciones de salud, empleo y educación que anhela la población. El desinterés proviene de la desvinculación del actuar político con la realidad y de la falta de honestidad y compromiso de mucho políticos que se acuerdan de la gente cuando necesitan su voto y prefieren servirse que servir.
La renovación y la liberación que nos aporta la Pascua, invitan a eliminar lo viejo para dar espacio a lo nuevo; pensar y actuar distinto con base en valores que por la rutina o las inercias hemos dejado atrás pero que nos interpelan día con día con la eterna pregunta: ¿A dónde debemos ir?
¿A dónde ir?, es una pregunta constante en nuestra vida, desde que elegimos carrera, pareja, amigos, gustos, modo de vida, formas de relacionarnos así como compromisos adquiridos a través del trabajo o de alguna actividad voluntaria. Incluso cuando esas elecciones no dieron el fruto esperado, cuando no contamos con un empleo estable o cuando la enfermedad o el dolor se hacen presentes, esta pregunta sigue latente porque como seres humanos no podemos eludir por qué y para qué existimos.
Estos cuestionamientos permanentes se hacen más profundos cuando nuestros hijos comienzan a hacerse estas preguntas, que si bien tendrán que ir resolviendo por ellos mismos, buscan en los padres un referente de orientación o, por desgracia, en ocasiones de desorientación.
Por ello es interesante el planteamiento que hace el líder de la Iglesia Católica con relación a los valores en que se puede educar a los jóvenes. Si bien la historia y la cultura van dando un peso distinto a unos valores que a otros, nos toca analizar las circunstancias en que vivimos para fomentar modos de vida y de relación que abonen positivamente a nuestra realidad, planteándonos la posibilidad siempre abierta de actuar diferente, de ser diferente, de mejorar.
La última Encuesta Mundial de Valores realizada en 2006 en 81 países, arrojó un predominio de los valores post materialistas sobre los materialistas de la llamada Modernidad. En ésta, el crecimiento económico era, en general, el principal objetivo social junto con la búsqueda del logro económico individual. Luego, en la llamada época post materialista, los individuos valoran más el medio ambiente, el bienestar individual, la calidad de vida y la autorrealización.
¿Qué conviene ahora en este momento de México y el mundo donde está presente una fuerte crisis económica, entre otras cosas, por falta de valores en algunos ambiciosos que jugaron a la especulación y al engaño? ¿Hacia dónde debemos ir ahora que somos un planeta globalizado donde lo que le pase a unos nos afecta a todos? ¿Qué valores debemos fomentar en nuestro país cuando estamos a 3 meses de que haya elecciones?
Pienso que ante estos escenarios, hay 3 valores que podemos destacar y promover –sin imponer- con los hijos y como ciudadanos: la cooperación, la honestidad y el compromiso.
Con relación al primero, podría parecer una obviedad pero como lo decían recientemente los presidentes del G-20 reunidos en Londres, ningún país puede resolver por sí solo problemas globales como la recesión, el terrorismo internacional, el cambio climático o la proliferación nuclear, los cuales son desafíos comunes que a todos nos afectan. A menor escala, la cooperación entre los miembros de una familia desde las pequeñas cosas como ayudar en casa, o apoyarse entre hermanos con la tarea, es una forma concreta de ir practicando este valor.
Con relación a la honestidad y el compromiso hay mucho que enseñar en casa para evitar que aumente el índice de mexicanos desinteresados en la política y en lo que sucede en su entorno. De acuerdo a la última Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (2005) nueve de cada 10 mexicanos dijeron estar “poco o nada interesados” en la política. Sin embargo, 64% de los entrevistados considera que en el futuro, sus hijos tendrán mejores oportunidades educativas, mejores oportunidades de trabajo y mejores servicios de salud. Es curioso que los ciudadanos rechacen la política cuando su principal función es lograr esas mejores condiciones de salud, empleo y educación que anhela la población. El desinterés proviene de la desvinculación del actuar político con la realidad y de la falta de honestidad y compromiso de mucho políticos que se acuerdan de la gente cuando necesitan su voto y prefieren servirse que servir.
La renovación y la liberación que nos aporta la Pascua, invitan a eliminar lo viejo para dar espacio a lo nuevo; pensar y actuar distinto con base en valores que por la rutina o las inercias hemos dejado atrás pero que nos interpelan día con día con la eterna pregunta: ¿A dónde debemos ir?
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