Este es el testimonio de Pam Stenzel, una mujer americana de 44 años quien ha dedicado su vida a defender la vida y a hacer conciencia entre los jóvenes sobre la responsabilidad que conlleva la vida sexual, no sólo por el riesgo de contraer enfermedades sino por la posibilidad de un embarazo temprano ante el cual hoy la salida más fácil es abortar.
Ojala ningún joven tuviera que enfrentar la disyuntiva de un embarazo no deseado; no hay ninguna salida fácil. Sin embargo, cuando el violador es el criminal y la mujer es la víctima, ¿por qué aplicar la pena de muerte al inocente, al bebé?
En México como en buena parte del mundo, el tema del aborto es una discusión sobre principios donde es difícil llegar a un acuerdo o a una negociación, simplemente porque para unos la vida inicia desde que se concibe un ser humano –aunque sean dos células que se reproducen- esas células no podrán ser nada más que un ser humano. Para otros, en las primeras 12 semanas no hay vida como tal, a pesar de que la ciencia y la tecnología nos permiten observar con claridad un cuerpo humano que aunque mide cerca de seis centímetros, se mueve, le late el corazón y está completamente formado y sólo le quedará ir madurando y creciendo para estar en término.
Sin duda antepongo el respeto a cada persona que piense diferente, sobretodo porque si hablamos de respeto a la vida, debemos ser congruentes y respetar al que piensa diferente. Pero recalco que este debate va más allá de opiniones ideológicas o políticas, porque se trata de la vida humana.
Testimonios como el de Pam Spenzer quien fue fruto de uno de los más condenables y terribles crímenes como es la violación –que por cierto es una de las “causas justas” en las que los pro aborto sustentan su lucha- develan alternativas de solución ante una situación, sin duda profundamente dolorosa y traumatizante, pero que no se cura eliminando al producto. Requiere de ayuda profesional, médica y psicológica, pero a la carga del ultraje al cuerpo y a la esencia de una mujer, se añade el ultraje de desprenderle a su hijo, experiencia sobre la que también se han documentado consecuencias profundas para las mujeres.
Ante un embarazo no deseado, incluso cuando es consecuencia de una violación, hay soluciones menos dolorosas para la mamá y el bebé. Una de ellas es la adopción, que es un acto generoso y anhelado por muchas parejas que fisiológicamente no pueden concebir.
El Instituto para la Rehabilitación de la Mujer y la Familia AC (IRMA), único en su tipo en América Latina, se dedica además de apoyar a mujeres que quieren abortar dándoles otras alternativas menos dolorosas, ayudan a las que por cualquier circunstancia, ya abortaron. Evitan cualquier juicio hacia ellas y les tienden la mano porque a lo largo de sus años de experiencia profesional, han constatado las consecuencias psicológicas e incluso físicas que provoca el aborto. Los grupos pro abortistas no ofrecen un respaldo a las mujeres que se practican un aborto, porque no piensan que tenga secuelas. Pero organizaciones como IRMA cuentan con argumentos de las propias mujeres que han vivido un aborto, para mostrar que no es la mejor solución.
Desde hace algunas semanas, corre por la Web un correo de la Catholic Family Human Rights Institute en el cual invita a recolectar firmas antes del 10 de diciembre, a favor de la vida y alzar la voz de esos bebés, que aún no pueden defender su derecho a vivir.
Esta es la liga para firmar: http://www.c-fam.org/publications/id.97/default.asp
La fecha coincide con el 60 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas 217 A(III) un 10 de Diciembre de 1948, y coincide también con la fecha en que grupos pro-aborto presentarán ante Naciones Unidas, más de 100 mil firmas a favor de esta práctica.
Me parece que es una responsabilidad para quienes creemos en la vida desde la concepción, recabar firmas, pero sobretodo conviene difundir información útil, documentada y alejada de prejuicios que empañan y contaminan la defensa del primer derecho que tiene todo ser humano.
Dejemos de juzgar y condenar. Lo que toca es difundir testimonios, datos médicos y psicológicos respecto a las consecuencias de abortar, y sobretodo tender la mano a las mujeres que se encuentren ante un embarazo no deseado para que sepan que pueden tener alternativas menos riesgosas para su persona, para su estabilidad emocional, dejando a ese bebé la oportunidad que tú, yo y los que defienden el aborto, sí tuvimos: la oportunidad de existir.
Reflexionemos acerca de lo que significa la vida y pensemos -aunque sea por un instante- la posibilidad de que a nosotros nos hubieran condenado a morir abortados. Compartamos testimonios de mujeres como Pam o el de Lourdes, una chica que decidió no abortar y al paso del tiempo fue capaz de decir respecto a su bebé: Lo que un día fue mi derrota, hoy es el motor de mi vida.
Parafraseando a Carlos Castillo Peraza y para los que tenemos la responsabilidad pública de gobernar recordemos que: “no puede dejarse a la arbitrariedad de los fuertes la existencia de los débiles”.
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