Dedicado a Tere Escalera Espinosa, mujer, hija, madre, esposa y amiga ejemplar, QEPD.
Las organizaciones humanas requieren un permanente esfuerzo por la búsqueda de la excelencia, el caso de los gobiernos no es la excepción. En el ámbito gubernamental en general y del Gobierno del Estado de Puebla y los Ayuntamientos poblanos en particular es una realidad que la percepción ciudadana es que el servicio es deficiente y que no se resuelven de manera adecuada los problemas que obligan a los ciudadanos a acercarse a las dependencias públicas.
Adicionalmente a la percepción de ineficiencia, el pasado mes de julio la ciudadanía votó mayoritariamente por un cambio y está a la espera de saciar la expectativa de una transformación no solamente del rumbo que había tomado el gobierno encabezado por Mario Marín y sus secuaces o el de Blanca Alcalá y sus compinches hacia mejores estadios de desarrollo, sino también en cambiar para mejorar la transparencia, la rendición de cuentas y hasta el servicio y la atención que se otorga a los ciudadanos en las ventanillas del servicio público.
Una transformación de esta envergadura requiere no solamente de las buenas intenciones de quienes encabezan las nuevas administraciones, necesita forzosamente de una nueva visión del servicio público para ponerlo a las órdenes del ciudadano y de tomar decisiones que afecten el statu quo. En los mensajes de toma de protesta del gobernador y de los alcaldes no faltó esta promesa de mejorar la atención a los ciudadanos, de reducir los tiempos de respuesta, de eliminar la tramitología y un largo etcétera; así las cosas y después de 7 meses de preparación de los equipos de los nuevos gobernantes y ahora ya instalados en las responsabilidades y con la presión de dar resultados, los nuevos administradores públicos modifican procesos, cambian la normativa, proponen cambios al marco jurídico y se enfrentan a la realidad de que los equipos humanos que operan los programas tienen sus limitaciones.
Sería injusto generalizar que todas las personas que participaron en la pasada administración no cumplen con el perfil para dar un óptimo servicio público y cumplir con la responsabilidad encomendada así como también generalizar que todos los nombramientos hechos por las nuevas administraciones si cumplen, si están capacitados y resolverán los obstáculos necesarios para cumplir con las expectativas de transformación. Sin embargo los vicios generados por una burocracia fincada en el compadrazgo o las cuotas de poder y no en la meritocracia, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas es difícil que puedan adecuarse ahora a dar los resultados esperados.
Las noticias recientes de que hay una ola de despidos en los nuevos gobiernos, recalcando únicamente la injusticia que representa para los buenos servidores públicos el que sean despedidos por el simple hecho de haber servido a otra administración no es una nota informativa balanceada frente a otras notas que destacan la entrega de último momento de plazas de trabajo a parientes de funcionarios marinistas de primer nivel.
Lo justo y prudente sería examinar la realidad de cada caso en donde se analice el perfil requerido en cada puesto contra las aptitudes y actitudes de los trabajadores heredados. Lo injusto es que los trabajadores que fueron sembrados por la anterior administración sin contar con el perfil adecuado y los que no quieran hacer suya la nueva dinámica de atención y servicio al ciudadano, se cubran bajo el manto de los derechos sindicales y en la burbuja del gremio burocrático en donde hay buenos trabajadores con una gran sensibilidad, preparación y actitud de servicio.
Lo ideal sería que se manden señales claras de revisar cada caso, de tratar con dignidad y con justicia a las personas y de no repetir las mismas prácticas deleznables de gobiernos anteriores, donde no se respetan los derechos laborales, donde se presiona psicológicamente a las personas y donde son abiertos espacios para otros que tampoco cumplen con los perfiles adecuados, pero sirven para pagar las cuotas de campaña o compromisos de poder. Ya se empiezan a observar también estos vicios viejos en las nuevas autoridades.
Si se quieren hacer las cosas mejor que antes se tienen que tocar los intereses que en este momento mantienen el statu quo y que cualquier movimiento les afectará. El posponer estas decisiones por miedo o por inexperiencia se verá reflejado en la imposibilidad de cumplir con las metas comprometidas. El ser burócrata tampoco debe ser una patente de permanencia perpetua desligada de cumplir con perfiles, metas y evaluaciones del desempeño.
Ya se escuchan voces de líderes charros que quieren defender esas parcelitas de poder, que envueltos en la falsa bandera de la defensa de los trabajadores no quieren que se despida a uno solo o buscan forzar una negociación para que el arreglo económico por debajo del agua sea más elevado, lo mejor para los ciudadanos será que los despidos y las contrataciones sean transparentes y obedezcan a las auténticas necesidades del servicio a los poblanos.
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