Bienvenido Jefe Diego
Hace apenas unos días nos enteramos por los medios de comunicación que el ejército mexicano atrapó en el aeropuerto de Morelos al “Niño Sicario” también conocido por el mote de “El Ponchis” de 14 años, que acompañado de su hermana “La Chabela” de 19 años se disponían a abordar un avión con destino a Tijuana para luego cruzar hacia los Estados Unidos.
Los hermanitos fueron sorprendidos con dos pistolas, una Walter calibre 6.35 y una Browning 9mm y con paquetes de cocaína y marihuana. La sociedad se enteró de la existencia de este adolecente asesino por unos videos y fotografías subidas a internet donde el Ponchis golpea, tortura (corta los testículos) y mata a sus víctimas.
Ahora la sociedad se pregunta qué tratamiento debe darse a los menores infractores, los delitos comunes son castigados de acuerdo a lo que cada legislación local establece, es decir en cada estado de la republica el tratamiento es distinto, pero muy similar en cuanto a rebajar la condena y darle un tratamiento diferenciado. En el caso de Morelos, estado donde se cometieron los delitos, un adulto (mayor de 18 años) condenado por homicidio simple alcanza una pena de 15 años que puede llegar hasta los 40 años. Sin embargo los menores de entre 12 y 16 años solo pueden alcanzar una pena de hasta 3 años.
En esta circunstancia el Ponchis sería recluido en un centro especial para adolescentes y cuando tenga 17 reintegrado a la sociedad. Imagine lo que se encargaría de transmitir y enseñar a sus compañeros de reclusión, otros menores encerrados por graffiteros o por una riña callejera. Imagine las pláticas de estos menores alrededor del “famoso” Ponchis, de cómo se enroló, lo que le pagaban, cómo torturaba, cómo se drogaba, cómo cobraba, cómo les arrebataba la vida a sus víctimas… Imagine lo que saldrá a cometer después de 3 años de reclusión a cargo de la sociedad.
Casos como el de este sicario, que no tiene 18 años para ser juzgado con todo el rigor y ser castigado por la sociedad a la que lastimó deben ser oportunidades para revisar nuestra legislación, para adecuarla a las circunstancias y también para mejorar nuestros mecanismos colectivos y prevenir el que niños se conviertan en delincuentes despiadados.
Respecto a la revisión de la legislación sobre penas a menores infractores, existen dos alternativas: la primera elevar las penas, es decir son menores de edad y que no se les dan las mismas sanciones que a los adultos pero tampoco con un margen de diferencia tan grande; la segunda disminuir la edad penal, es decir que desde más jóvenes se les puedan aplicar las mismas penas que a los adultos. El asunto implica una serie de factores que deben ser analizados, solo enuncio las alternativas que en estos días se discuten.
El caso del Ponchis debe ser analizado desde varias perspectivas, por reportes periodísticos nos hemos enterado que proviene de una familia disfuncional, cuestión que estadísticamente es más frecuente que genere muchachos con problemas que si procede de familias bien integradas. A los 7 años lo expulsaron de la escuela por golpear a una niña y por estar constantemente involucrado en riñas, antecedentes agresivos desde muy niño. Inició su carrera dentro del crimen organizado igual que muchos otros menores, primero de halcón (aquellos que están observando el movimiento de la policía o de las otras mafias y lo reportan a sus superiores) después de vendedor-cobrador, allí ya era drogadicto, después como sicario como asesino a sueldo.
Los gobiernos, las iglesias, las organizaciones de la sociedad, las familias, toda la sociedad deben sensibilizarse para evitar que estemos generando otros Ponchis, otras Chabelas, niños y jóvenes sicarios. La integración familiar, la formación en valores, la sana convivencia y la no violencia, la educación, las oportunidades de estudio y empleo, las oportunidades de desarrollo serán el mejor antídoto, serán la única opción. En el seno familiar tenemos que plantearnos también el cómo educar, como informar, como fortalecer la identidad de nuestros hijos y del entorno que nos rodea. No todo es culpa del gobierno, también nosotros como sociedad tenemos parte de responsabilidad en la generación de estos fenómenos sociales.
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