martes, 18 de mayo de 2010

Pico de Oro



“Las heridas recibidas en campaña,
dan honra antes que la quitan”
Diego Fernandez de Cevallos en la UNAM


Al momento de escribir esta colaboración, han transcurrido 72 horas de la desaparición del Lic. Diego Fernández de Cevallos Ramos quien fuera candidato presidencial del PAN en 1994, ex diputado federal y ex senador de la república. Diego es uno de los principales actores de la transición democrática y pacífica del México contemporáneo.

Diego es un líder extraordinario, sus cualidades oratorias, su energía, su capacidad de polemizar, la articulación de su discurso así como sus conocimientos del Derecho y su habilidad negociadora sumadas a sus virtudes lo convierten en un político carismático y polarizador que ha aportado sus esfuerzos a la transformación del sistema político mexicano.

Tuve la oportunidad de conocer muy bien a Diego en 1994 durante la campaña que lo catapultó a la fama después de aquel famoso primer debate presidencial en que derrotó a Ernesto Zedillo entonces candidato del PRI. El “Jefe” lo apodaron los diputados del PRI en son de burla al coordinador de su grupo parlamentario que era mayoritario en San Lazaro, pues quien mandaba en esa legislatura no era el PRI, era el “Jefe Diego”

Fernandez de Cevallos inició la campaña en tercer lugar de las preferencias electorales, atrás de Luis Donaldo Colosio del PRI y de Cuauhtemoc Cárdenas representando a la izquierda. Sin embargo la trágica muerte de Colosio asesinado por sus propios correligionarios, el relevo de Zedillo, el debilitamiento de la sosa campaña de Cárdenas y una inteligente campaña con un discurso fresco, agresivo y congruente permitieron que Diego y el PAN se reposicionaran y consiguieran cerca de diez millones de votos lo cual rompió todos los records históricos hasta ese momento para un candidato de la oposición.

En pleno mitin de campaña, el 10 de abril de 1994 en Cuautepec El Alto, Distrito Federal en su mensaje Diego consignaba:

“Queremos la participación responsable, porque hoy México está vinculado a tres grandes y dolorosas verdades: por un lado, la miseria, por otro, el engaño y, como consecuencia, la violencia. Nosotros tenemos que superar este triángulo de muerte, de injusticia y de pobreza, y hoy nuestro llamado sigue siendo por la paz, pero no por la paz de los muertos, no por la paz de los sepulcros, tampoco la paz de los cobardes, necesitamos la paz que da la conciencia moral del cumplimiento diario del deber de los hombres y mujeres de México que somos capaces de luchar por una patria diferente y mejor.
Queremos un México en paz, y la paz tiene que ser siempre fruto de la justicia, no del atropello ni de la cárcel, no de la violencia brutal, no de la cobardía cómplice. Por eso, hoy convocamos a ir adelante en esta lucha para cambiar a México y hacer de nuestro México esa patria grande, ordenada y generosa por la que lucharon nuestros mayores.”

Criado en un rancho, -pero como lo consigna Don Luis H. Alvarez- “formado desde su hogar en ideal democrático por la enseñanza que sus padres le infundieron, desde muy joven Diego participó en la lucha partidaria.” Fue representante de Manuel Clouthier en el máximo órgano electoral y en la LV Legislatura, como diputado federal el promotor de las históricas reformas Constitucionales al artículo 3º, 5º, 24, 27 y 130 entre otras.

Diego siempre ha manifestado de frente y sin ambages lo que piensa, recientemente con las alianzas electorales promovidas este 2010 por el PAN con el PRD y otros partidos, se manifestó en público y en privado en contra de ellas, ya desde su campaña presidencial, el 4 de febrero de 1994 en Cancún Quintana Roo expresaba:
“Por lo que toca a nuestras experiencias de coaliciones, he de decirles: tanto las de aquí como las de otras partes nos han resultado negativas. Lo que en un momento dado se presenta como coalición, termina siendo colisión. Porque nosotros ponemos el trabajo, la organización y los votos, mientras nuestra contraparte, finalmente, en un trámite de aliado temporal, presenta las injurias contra nosotros”.

Recuerdo con emoción cuando Diego se decidió a ir a la UNAM, allí estaba en la explanada principal de Rectoría el 15 de junio de 1994, la izquierda intolerante le había advertido que no fuera. Allí frente a la muchedumbre de estudiantes, defendió sus ideas, recordó como el mismo allí había estado en esa misma explanada durante el movimiento estudiantil del 68 hablando con los universitarios y por los universitarios y que el PAN había sido el único partido político que en la Cámara de Diputados se había entonces pronunciado en defensa de la juventud y de los derechos humanos.

En un discurso interrumpido en varias ocasiones por las imprecaciones de la izquierda, Diego nunca se amedrentó, con voz profunda y mirada penetrante les decía a los universitarios:

“El desafío, jóvenes universitarios, es terminar con el tiempo que ha sido solo para unos, para darle entrada al tiempo que debe ser de todos. Y para darle el tiempo que debe ser para todos, exige una tarea de reconstrucción nacional. Solo bajo esa perspectiva de derecho y de respeto, de justicia y de libertad, podremos conjurar la violencia; solo con esa perspectiva podremos evitar la división, la muerte, el luto y el asco que puede producir la intolerancia y la corrupción del alma”.

Así es como piensa Diego Fernández de Cevallos –Pico de Oro- como lo bautizamos en la campaña por su extraordinaria oratoria. Se puede disentir de su forma de pensar pero nadie que lo conoce puede decir que Diego no es un digno contendiente, valiente, culto, inteligente y ferviente creyente de la democracia.

Hoy Diego es víctima de la intolerancia, de la violencia, de los enemigos de la democracia y de la sociedad. Regresen a Diego vivo, la gran mayoría de los mexicanos somos hombres y mujeres que queremos vivir en democracia, en la justicia y en paz.

Solo les pido una cosa a sus captores, que lo dejen hablar, es tan buen negociador que seguramente llegarán a un acuerdo satisfactorio.


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