martes, 17 de junio de 2008

Tus hijos pueden estar en riesgo La pandemia de la anorexia y la bulimia




* Por José Antonio Díaz García

Lorena cuenta apenas con 12 años de edad y ya debe acudir periódicamente al médico y someterse a terapias psicológicas para luchar contra una enfermedad que comenzó con un deseo de verse bien, de parecerse a las cantantes de moda, de no rebasar la talla cero en pantalones a través de cualquier dieta, hasta evolucionar en uno de los mortales padecimientos de las jóvenes en el mundo: la anorexia.

Como este caso hay cientos de adolescentes que, para nuestra sorpresa, no son modelos europeas o norteamericanas; Lorena es una chica poblana que estudia en un colegio particular de la capital.

La anorexia y la bulimia son Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) los cuales representan la tercera patología crónica más frecuente en la adolescencia después de la obesidad y el asma. En México, estos padecimientos se han quintuplicado en los últimos 10 años; de acuerdo a información del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 1.8 millones de mujeres padecen algún trastorno alimenticio en nuestro país y mueren 20 mil personas al año.

La Guía de Trastornos Alimenticios de la Secretaría de Salud Federal publicada en 2004, documenta que en 1992 se registraban menos de diez ingresos de primera vez a la Clínica de TCA del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente. Para 2003, el porcentaje aumentó a cerca de 250 pacientes entre hombres y mujeres por TCA como la anorexia restrictiva, la anorexia compulsivo purgativa, la bulimia y otros trastornos de la conducta alimenticia no especificados.

Estas mortales enfermedades se originan en un trastorno psicológico obsesivo por verse delgado; el miedo a subir de peso aunado a la inseguridad en sí mismos, especialmente en adolescentes mujeres entre 12 y 14 años, las lleva a seguir dietas estrictas no balanceadas, a dejar de comer y en el caso de las bulímicas a sufrir impulsos compulsivos que las llevan al atracón seguido de la culpabilidad que se descarga en medidas compensatorias como los laxantes, diuréticos, el vómito y el ejercicio compulsivo.

Aunque hay grupos poblacionales de alto riesgo como deportistas y modelos, los TCA se presentan en todo tipo de personas. En Puebla, no es una realidad ajena a nuestros jóvenes quienes están siendo influenciados por los estereotipos ultra delgados de la figura femenina.

Los médicos advierten como síntomas de estos trastornos, la pérdida de peso en exceso, una mayor sensibilidad al frío, irritabilidad, insomnio, tristeza y sentimientos de odio a sí mismos por lo que recomiendan que los padres de familia estén atentos a sus hijos y vigilen que su alimentación sea balanceada sobretodo en los que están en crecimiento.

Ante este creciente problema algunos gobiernos y grupos de la sociedad civil han tomado cartas en el asunto. Por ejemplo el IMSS anunció a principios de este año la puesta en marcha de la Clínica de Trastornos de la Conducta Alimentaría, en el Hospital Psiquiátrico "Dr.Héctor H. Tovar Acosta" en la ciudad de México. Valdría la pena que en los demás estados se presupuestaran recursos para atender esta pandemia de los TCA.

En estados como Chihuahua, legisladores federales, escuelas y asociciones civiles comenzaron hace dos meses, ciclos de conferencias informativas para jóvenes de secundaria y preparatoria con especilistas en la materia. En dos meses se ha logrado la participación de 2 mil 300 alumnos y se han sumado agrupaciones de padres de familia a este esfuerzo.

Un caso internacional es el del Consejo de la Juventud en España que hace unos años realizó campañas con distintos sectores para evitar que el peso y la talla sean criterios para aceptar o despedir a alguien en un trabajo y para que los eviten “utilizar” la imagen de la mujer con un peso claramente inferior a unos límites saludables y fomenten nuevos modelos corporales más acordes con la realidad.

Como padre de familia me preocupa gravemente el riesgo tan cercano para nuestras hijas que significa esta enfermedad con la cual muchas de ellas conviven a diario al verla encarnada en algunas compañeras de clase.

Pongamos atención en los hábitos alimenticios de nuestras hijas e hijos procurando una dieta balanceada y sobretodo, valdría la pena replantear ¿cuál es la visión que queremos que nuestros hijos se formen de ellos mismos: la de figuras esculturales vacías no sólo de alimento sino de aspiraciones, o la de personas sanas con anhelos de crecer, aportar a su comunidad y capacitarse ponderando su figura física como algo importante de cuidar por salud y aceptación, pero lejos de obsesiones que conducen a la muerte?

Ahora que acabamos de celebrar el día del padre, preguntémonos qué valores y conductas transmitimos a nuestros hijos para que definan qué es atractivo e interesante en ellos y en los demás. Enseñémosles con el ejemplo a poner énfasis en características como el ingenio, la honestidad, el talento, la inteligencia, el sentido del humor, la responsabilidad social, a la hora de evaluar la valía de las personas.



Comentarios diazgarcia2020@gmail.com

* Diputado Federal por el Partido Acción Nacional

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